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MoReNa restaura la metodología priista

Por Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEÓN

Atendiendo a la experiencia histórica, para elegir a sus Consejeros Nacionales MoReNa acudió a un procedimiento de patente priista con el propósito de obtener pleno control de cuanto se hace en esa organización; pragmáticamente nada tiene de criticable, salvo que en la esgrima teórica se discutan “daños” a la democracia, un concepto tan amplio que hasta ahora nadie pudiera explicar dónde encontrar un modelo genuinamente “puro” y ajustado a las circunstancias objetivas. MoReNa, es una organización política sui géneris,  actúa acorde al objetivo de su impulso original: ganar la presidencia de la república, hecho alcanzado apenas cuatro años después de nacer oficialmente como Movimiento- Partido; una vez alcanzada la presidencia de México, el siguiente paso consiste en fortalecer sus cimientos para perdurar en el ejercicio del poder, lo cual solo es posible consolidándose como Partido. Por ese motivo sus estrategias deben fincarse en un método idóneo que se lo permita, y ha escogido uno análogo al que rindió exitosos beneficios al PRI: control absoluto, empezando por el principio, o sea, depurar sus filas (purgar es más preciso), anulando las disidencias internas e imponer disciplina con mando único y decisiones de curso vertical, además de establecer la simbiosis Partido-Gobierno. El PRI es el modelo a seguir, solo basta ajustarlo a las circunstancias actualmente imperantes, porque esa metodología alcanzó el éxito gracias a su plasticidad y efectiva modulación para adaptarse al cambio. Esa condición no es para horrorizarse porque todo partido nace con el fin de adquirir el poder y conservarlo, tal cual lo han hecho el PRI, el PAN y el PRD. Los puristas de la ideología pudieran alegar un retroceso y acudirán a paradigmas (“desarrollados”) europeos, sin embargo, en la praxis difícilmente podría trasladarse por imitación extralógica alguna de aquellas experiencias a nuestro medio, pues aquí nos definen momentos históricos y contexto sociopolítico propios. “Somos lo que comemos”, se diría en el argot nutritivo. Y en esto, bueno es seguir las enseñanzas de Plutarco: “… es menester para examinar los sucesos, referidos a sus tiempos y circunstancias; porque el hombre político ha de ser tornátil, y cada cosa la ha de tomar por donde presenta mejor asidero…”. En esta elección de Consejeros en MoReNa hubo consignas para votar, acarreo en todas sus modalidades, depuración de sus filas extirpando elementos críticos, férreo control de la votación, aunque en ese cometido los operadores dejaron más huellas que un mapache. Pese a todo ese menjurje, dejar al libre juego de “la democracia” (así en abstracto) los resultados de esta elección estructural sería exponer al fracaso al Movimiento. En cuanto a las “inconsistencias”, las trifulcas, el “embarazo” y quema de urnas, las reyertas que se suscitaron, son expresión fiel de la genética social de este Movimiento, pero nada que ver con el método. Recordando a Maquiavelo coincidiríamos que el fin justifica los medios, porque sería de párvulo político ir a la aventura dejando al libre arbitrio de la militancia la integración de una Asamblea cuyas atribuciones son de gran alcance partidista. Eso sería posible en utopía, pero allí nadie habita, excepto la especulación y los buenos deseos. Pero, que conste, esto no es la apología de un posible delito electoral, sino la narrativa de un redivivo acontecimiento partidista supuestamente ya superado en nuestra evolución política