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Iglesia-Estado, enfrentamiento histórico en México

Por Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEÓN

Sigfrido Noriega, obispo de Zacatecas, ha puesto sobre el tapete de la discusión pública la propuesta de realizar un “pacto social con los líderes del narcotráfico y delincuencia organizada…” para, según refiere, evitar más violencia en el país. A ese propósito se sumó el obispo de Morelos y no se duda haya más prelados adeptos a esa idea, que a nuestro juicio lleva mucho chanfle si se atiende a lo que originalmente se sugirió desde la cúpula clerical acerca de una supuesta complicidad entre la parte oficial y los agentes del crimen. En este caso, el gobierno reaccionó de inmediato a través de Cesar Yáñez, subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, para quien la susodicha propuesta no puede ser compartida por el gobierno, pero no cierra la puerta a buscar soluciones en común acuerdo. Sin embargo, al parecer, con la rectificación de la actitud presidencial de no proseguir ensanchando la confrontación gobierno-iglesia, la interlocución entre ambos factores de poder pudiera tomar derroteros positivos respecto a acciones gubernamentales en materia de seguridad pública, aunque el primer mandatario ya adelantó que ni un paso atrás en su “estrategia”. No pasará mucho tiempo para conocer el epilogo de esta históricamente complicada relación Estado-Iglesia en su versión moderna. Y mientras esa histórica disputa sigue su curso, los mexicanos seguiremos asistiendo al lúdico espectáculo de un escenario que despierta curiosidad morbosa para la distracción, pues en el reverso del serio asunto ya referido se añade la propuesta presidencial de desmantelar la Estatua de la Libertad si no se libera a Assange pues, dice AMLO, los EEUU han dejado de ser una democracia. Para estar a tono, en la mañanera de ayer el secretario de salud Jorge Alcocer, en un espectacular gesto de increíble genuflexión y sin ninguna evidencia científica expuso su tesis sobre el daño a la salud provocado por el “horario de verano” y con ese falaz argumento sustenta su apoyo para volver a “la hora de Dios”, es decir, desaparecer el horario de verano tal como lo propone el presidente. Otra más: la científica Claudia Sheinbaum, haciendo a un lado esa característica de su perfil profesional, se pone al antifaz del político y compara la potencial refinería de Dos Bocas con una barda de lo que quedó en potencia de refinería cuando Calderón en Tula Hidalgo. Todo ese espectáculo invitaría a risas sino pendiera como espada de Damocles sobre los mexicanos “…lo peor que se va a poner esto”. Y sobre avisos no hay engaño. 6- jul10.