CAMALEÓN
En realidad, en términos planetarios cuanto ocurre en materia política en nuestro país parecerían nimiedades si lo comparamos con la gravedad climática y la polución ambiental que aqueja a nuestro planeta. El lunes pasado se celebró “El día de la Tierra”, ayer “El día de los Océanos”, otro día es dedicado al Árbol, uno más al Agua, a los Ríos, etc., todo con el propósito de hacer conciencia respecto a las condiciones de vida en el planeta tierra. Pero, lamentablemente, está comprobada la calidad depredadora del hombre, mata animales por diversión, ensucia el ambiente y desperdicia el agua para consumo humano pese a la enorme escasez en varios puntos del planeta; en México extensas zonas pobladas ya padecen racionamiento del vital líquido, lo que ocurre en Monterrey es solo la punta del iceberg asomándose en voz de alarma. En Veracruz, pobladores de la Sierra de Otontepec empiezan a surtirse de agua a través de cisternas apenas inicia febrero, en Xalapa ya nos familiarizamos con los tandeos. En los mares se advierte a simple vista la contaminación por plástico, arrecifes enteros han sido destruidos, innumerables especies marinas han sido diezmadas por la excesiva explotación pesquera, el sargazo que invade las costas de Quintana Roo es otra de las alarmantes señales del daño que hemos hecho a la tierra. Las amazonas son una reserva natural de la humanidad que ahora mismo sufre la tala inmoderada auspiciada desde el propio gobierno brasileño encabezado por Bolsonaro, sin que los gobiernos de los otros países amazónicos intenten algo para impedirlo. Y mientras esto ocurre de manera inevitable trazando un porvenir nebuloso para las nuevas generaciones, nos enmarcamos en la frase de El Quijote: “bienvenido mal, si vienes solo” porque, insensatos, en México nos ocupamos de los dichos del presidente para adornar sus fobias y sus filias políticas, que son simples distractores para olvidar la triste realidad que nos aqueja: a parte de la violencia irrefrenable que ha deteriorado la calidad de vida de los mexicanos y las advertencias de la “Quinta Ola” del Covid que ya asoma en las estadísticas al alza de contagios y defunciones, la lucha diaria por la sobrevivencia se amarga aún más a causa del lúdico crecimiento de la inflación que hace talco el pírrico ingreso de los más pobres de México.