ALMA GRANDE
La asistencia del presidente de México a la IX Cumbre de las Américas se ha convertido en una especie de moneda en el aire para algunos especuladores simplistas que aseguran que, si no va, la relación se derrumba, y, si llega a ir, quiere decir que hay arreglo. Aunque también dicen que si no va marcaría la agonía de la Cumbre pero sí va, dicen los más audaces, es que México sigue sumiso ante Estados Unidos. Hay un nuevo orden mundial pero no todos lo reconocen.
Pareciera una trampa que deja de serlo en el momento en que empieza a apreciarse la asistencia como un emisor de señales, cuando ahora es necesario ver con mayor frialdad los matices y dejar de ver la política entre buenos y malos, y sus consecuencias entre optimistas y pesimistas. Ya no es todo en blanco y negro. Hay tantos colores como tonos de piel y tantas raíces como extenso es el territorio de infinita historia de nuestro continente.
Una vez que la jornada electoral de junio en México habrá que ver a la Cumbre de las Américas con menos pasión y más entendimiento. En este momento todo es consigna y busca de votos, pero del otro lado de la frontera hay también una persecución de votos para noviembre de este año, cuando se decida si el demócrata Joe Biden se reelige por cuatro años más o simplemente se va y deja su lugar a los republicanos, probablemente a Donald Trump, cuyas obras y disposiciones se dedicó Biden a cancelar.
En México, las elecciones de 2024 parecen no estar tan lejanas, sobre todo porque los candidatos de Morena en lugar de unir al partido lo dividen, y en cuanto a la oposición los partidos también divididos, sobre todo por sus propios dirigentes nacionales, todavía están en busca de un candidato que parece que se esconde para no ser desgastado por el contrincante.
Es decir, se ha insistido tanto en que López Obrador asista a la cumbre, por parte del propio Biden que, de no ir, el mandatario mexicano sería el responsable de una descortesía que puede derivar en un gesto grosero.
Joe Biden, subrayó que “quiere personalmente” que el presidente Andrés Manuel López Obrador asista la próxima semana a la Cumbre de las Américas. El embajador de ese país en México lo ha expresado también con insistencia.
El Presidente de los mexicanos sabe que al momento de pisar Los Ángeles, la multitud lo buscará para vitorearlo y esto mostraría que en California el corazón del estado late con ritmo latino. Y son precisamente los latinos quienes pueden definir la elección a favor o en contra de los demócratas o los republicanos.
Son momentos en que la Cumbre de las Américas vive momentos difíciles, sobre todo en el sur, con una inevitable victoria de la izquierda en Colombia, país al que Estados Unidos le ha apostado tanto que ya no puede tener más bases militares, oficinas, o inversiones puede hablarse de una sucursal del imperio en Sudamérica. Con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico Colombia se convirtió en un Estados Unidos en pequeño, y puede perderlo en las urnas del país centroamericano, lo cual desgasta la política de la Casa Blanca del pasado y del presente.
Considerar que si va López Obrador es bueno y si no asiste, es malo, es ver la realidad del continente con los ojos del pasado. Bien puede resultar al revés o no suceder nada, simplemente se camina con el fluir de un tiempo donde los mandatarios son rebasados por sus sociedades.
La probable victoria de Colombia hace vulnerable a la política de Estados Unidos, respecto al resto del continente, y, por otra parte, la minoría latina muestra que hay un rincón de México en California, lo cual también desgasta la tradicional política del vecino país del norte.
En el pasado, cuando esa cumbre inició sus actividades en 1994, Estados Unidos tenía presencia, acordada o a fuerza, en los territorios del resto del continente. Ahora, los países del continente tienen presencia en territorio estadounidense, lo cual marca una nueva ápoca y hace cada vez más frágil el otrora poderío del imperio estadounidense que se erigió como dueño del mundo.
La política colonizadora de Estados Unidos terminó por ser colonizada por sus víctimas y dentro de su casa habita quien años atrás era su enemigo; es decir, el obrero, el campesino, el trabajador latinoamericano que decide al ganador en las urnas y condiciona la política de un imperio que no puede esconder su decadencia.
Un día después de las elecciones donde seis estados renovarán gobernador se sabrá si el Presidente de México asiste. A pesar de que los protocolos de seguridad tengan que verse en apuros para darle protección. Se ha insistido tanto en que López Obrador asista que podemos pensar que su presencia legitima la Cumbre y de no asistir marca el principio del fin de esas reuniones.
PEGA Y CORRE
Vuelven las señales de una mafia que intenta adueñarse del territorio, esta vez frente a la sede de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima, fue encontrada una caja de cartón con una cabeza de vaca, así como una corona fúnebre con el nombre del presidente del organismo, Roberto Ramírez. Esto obliga protección, investigación y seguimiento, pero sobre todo responsabilidad.