Uncategorized

AMLO gana la votación; ¿sus opositores la consulta?

Por Arturo Reyes Isidoro

Prosa aprisa

Llega el día D de la consulta de la revocación de mandato. No hay ninguna duda de que por abrumadora mayoría los que sí van a ir (o los van a acarrear) a votar el domingo lo harán en un promedio de 60% a favor de que Andrés Manuel López Obrador siga en la presidencia de México.

El porcentaje lo obtuvo y publicó el lunes pasado la empresa Statista Research Department, proveedora de estudios de mercado con oficinas en las principales ciudades de Europa, Asia y América, de acuerdo con las encuestas sobre el tema realizadas por las encuestadoras mexicanas de El Financiero (Bloomberg), Consulta Mitofsky y (SIMO Consulting), que trabaja para El País.

En realidad, con o sin consulta nunca ha habido una duda razonable de que AMLO pudiera dejar la presidencia antes de que se venza su periodo constitucional en 2024. Tampoco los partidos de la oposición, respetuosos de la vida institucional, ni la población mexicana inconforme con la forma en que gobierna han demandado que lo haga.

Si López Obrador, funcionarios federales y gobernadores como Cuitláhuac García Jiménez han violado las normas establecidas para la realización del proceso y convertido un ejercicio que debiera ser verdaderamente democrático en una consulta de Estado, es en realidad para satisfacer el ego del presidente, un capricho personal dizque para pasar a la historia, y aprovechar el ejercicio para beneficio de su partido.

Soy de los que no tiene ninguna duda de que los mexicanos han alcanzado un grado de madurez cívica, que son respetuosos del Estado de derecho, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y de las leyes que de ella emanan, y que no necesitan que los estén tutelando como a unos niños, tratando de engañarlos o manipularlos, para saber cuáles son sus derechos y deberes y que el régimen presidencial en México es de seis años.

Hasta ahora nunca he escuchado a un ciudadano hablar de su intención de derrocar al presidente y a su gobierno, por más que los repudien. Como nunca, en 2018 una abrumadora mayoría de mexicanos votó a favor de López Obrador, y aun cuando a buena o gran parte de esa mayoría la tiene desencantada, todos lo reconocen como el presidente constitucional que fue elegido para estar en el poder seis años. Entonces, ¿una consulta para qué?

Soy respetuoso de quienes decidan participar por convicción, que los hay, por supuesto, al grado del fanatismo, y entiendo a quienes lo van a hacer aun cuando no están convencidos ni creen en el gobierno de la 4T ni quieren al presidente, pero lo harán por necesidad para conservar su trabajo dentro de la burocracia, así como a quienes los mueve el dinero que reciben en apoyos de programas sociales de Bienestar sin pensar que en realidad se los devuelven porque lo pagaron en forma de impuestos.

Volcado, pues, todo el aparato de Estado, sin límite de recursos, para tratar de sacar con éxito para ellos el proceso y así tener contento a su amado líder, no hay duda de que la mayoría de los que participen va a votar a favor de su mesías político, pero otra cosa será, y está por verse el resultado, si la mayoría de los electores aprueba o no la consulta participando o absteniéndose.

Desde que me he venido ocupando del tema, cientos de lectores me han escrito para decirme que también los sume a mi voto de abstención, porque no van a participar ni sus familiares. Si eso lo tomara como un sondeo, que en parte lo es, pensaría que la mayoría de los veracruzanos no va a participar, porque saben que la consulta está por demás, que es un gasto multimillonario innecesario, caprichoso, porque López Obrador no va a dejar ni se va ir de la presidencia, ni nadie lo puede sacar, menos por la fuerza, cuando tiene al Ejército de su lado.

Puede entonces que el presidente gane la votación, pero puede ocurrir que pierda la consulta si la mayoría no participa y le hace el vacío. Y participe el número que participe, en parte será engañoso para ellos, porque bien saben que muchos lo harán forzados, no son sus militantes, pero como trabajadores de confianza tienen una soga al cuello que los dejaría sin empleo.

En lo que debemos de pensar y prepararnos ya es en discernir si nos conviene este tipo de gobierno, si nos ha convencido, si era lo que queríamos, si ha estado a la altura de las expectativas, si queremos que continúe a partir de 2024, o si nos inclinamos por otra opción en las próximas elecciones presidenciales, que es cuando podemos, entonces sí, sacar del gobierno al partido en el poder, como se hizo con el PRI en 2020 y al PAN en 2012.

Éxito, pues, a los que van a participar, que yo no lo haré por las razones que esgrimo. No me voy a prestar a hacerle el caldo gordo al presidente para su provecho personal y partidista. Pero si el domingo, por abrumadora mayoría los mexicanos y los veracruzanos deciden volcarse en las urnas, el lunes aquí lo estaré comentando, con todo el reconocimiento a que haya lugar, antes de que me tome un descanso con motivo de la Semana Santa.

La Corte dio un respiro al Presidente

La Suprema Corte de Justicia de la Nación le dio ayer una bocanada de oxígeno al presidente López Obrador al haber valido por mayoría de votos de sus ministros, que no por unanimidad, en forma muy apretada, su reforma a la actual Ley de la Industria Eléctrica de marzo de 2021, que favorece a la Comisión Federal de Electricidad sobre las empresas privadas.

Sin embargo, ese oxígeno podría acabársele pronto luego de que por la noche el embajador norteamericano, Ken Salazar, dijo, advirtió, que la Ley “abrirá la puerta a litigios sin fin, generando incertidumbre y obstruyendo la inversión”, lo que puede representar reclamos de las empresas norteamericanas por miles de millones de dólares, que podrían afectar nuestra economía.

Pero, por lo pronto, salvado ese escollo, ahora viene la aprobación o no de su Reforma Eléctrica, que la oposición ha dicho ya que no la va a aprobar. Los diputados de Morena han decidido ya llevar al pleno de la Cámara de Diputados la votación de la reforma el lunes, en plena Semana Santa, fecha que la oposición no acepta y sin cuyos votos, en especial los del PRI, no será aprobada.

Descansa lector, lectora. Piensa en lo mejor para Veracruz, para México. En el país que vamos a heredar a nuestros hijos, a nuestros nietos.