ESPACIO CIUDADANO.
Tiran la piedra… y esconden la mano, así reza la conseja o refrán … y eso es lo que han hecho los imperialistas norteamericanos en el caso de Ucrania. Para tales mercaderes y fenicios armamentistas todo conflicto bélico es ganancia y fortalecimiento de su economía nacional. En Irak y Afganistán, para no ir más lejos en la historia contemporánea, los magnates “güeros y pecosos” engordaron su hacienda personal y la administración federal de las barras y las estrellas obtuvo dividendos, aun cuando las pérdidas sufridas en lo material, económico y humano recayó en el pueblo, en la comunidad manipulada y enajenada de nuestros vecinos del norte. Hoy, con la invasión de Rusia a una nación hermana y con una población -la quinta parte- de “soviéticos”, con casi la unánime reprobación de los países del mundo, esos “defensores hipócritas” de la paz, de la justicia y de la democracia, escudados en la Biblia y en el santo creador, anhelan con toda mala fe e ímpetus malsanos que las hostilidades prosigan y se intensifiquen porque con ello su “mercado de destrucción” va viento en popa, sin considerar para nada en su “renegrida conciencia” -si es que la tienen- los muertos, heridos y desplazados propiciados por la contienda, con la ventaja adicional de satanizar a los agresores, de maldecir al diabólico V. Putin y colocarse ellos la aureola inmaculada de los ángeles salvadores de la humanidad.
Estoy contra toda solución violenta de los diferendos, venga de donde venga; para nada justifico las acciones emprendidas por el gobierno ruso ni tampoco la cerrazón de las partes antes del estallido. Existen fuertes intereses de tipo político, económico y estratégico, sin dejar de lado ausencia de cumplimiento a acuerdos por parte de Ucrania, el propósito de EE.UU. para que la OTAN se expanda más, así como la indiferencia, complicidad y tibieza de la Unión Europea. El analista Marcos Roitman señala con precisión: “El encuadre político, las imágenes, los relatos de enviados especiales, las agencias de prensa están sometidos a un férreo control de la OTAN y sus mandos, tanto políticos como militares. En su interior se despliega una estrategia: la opinión pública debe ser manipulada. Hay que ocultar hechos, borrar la historia, resaltar la crueldad de los invasores y la muerte de civiles haciendo hincapié en los desplazados, el llanto de las mujeres y los niños, desorientados y con miradas perdidas. Todo se vale y sirve para justificar a unos y descalificar a otros. Vladimir Putin es la encarnación del mal, un ser despreciable, ávido de sangre y muerte; en cambio Volodymyr Zelensky es un hombre de bien, un demócrata, defensor de las libertades, un héroe de su patria que llama a resistir, tomar las armas y protegerse del invasor…”
Hago un llamado a todas las personas serias y objetivas para que eviten ser víctimas de la desinformación, de las medias mentiras y del maniqueísmo burdo y maligno. Ni Putin es un diablo ni Zelensky es un santo. Roitman adiciona: Ucrania ha sido utilizada por Occidente para sus espurios intereses: alterar La balanza de poder en la región. Lo que está en juego sobrepasa a Ucrania y destapa la farsa de EE.UU. y sus aliados; para tales farsantes las vidas humanas de rusos y ucranianos son irrelevantes. En ese tenor los países occidentales y los Estados Unidos han dejado que Ucrania se desangre. Han financiado grupos neofascistas, han patrocinado un golpe de Estado en 2014, han incumplido acuerdos de dotar de autonomía a las regiones rusoparlantes, han masacrado a su población. En un lustro las cifras hablan de 15 mil asesinados a manos de las fuerzas de choque neofascistas y del ejército ucraniano…” Más allá de que seamos de una ideología de otra, de que nos identifiquemos con Occidente u Oriente, de que no simpatice Biden a Putin, algo es muy obvio y contundente: A nadie le conviene Iniciar una tercera guerra mundial, por los efectos catastróficos que ello provocaría. Se impone un diálogo diplomático justo e incluyente, en el marco del derecho internacional y considerando los compromisos inalienables de los países respectivos.
La Organización de las Naciones Unidas, a mi modesto entender, tiene que reprender, censurar o por lo menos recomendar a la OTAN que no proceda el margen de sus principios ni de sus normas, toda vez que tal organismo carece de atribuciones para intervenir o agredir a países con gobiernos legítimos. Hasta el momento Ucrania no está en su esfera de acción y sin embargo “se hace de la vista gorda” ante el comportamiento voraz capitalista de EE.UU. y pasa por alto la actividad intrusa de la NED (Fundación Nacional para la Democracia), que no es más que una fachada de la abominable CIA, la cual desde hace más de 8 años ha operado en el territorio ucraniano para “sembrar” un sentido común antirruso en Ucrania, apoyando a organizaciones de la sociedad civil, financiando a los medios de comunicación, respaldando material y económicamente a los veteranos de la guerra que participaron en la región de Donbás. Intromisión flagrante.
China, a través del portavoz de la cancillería Zhao Lijian, expresó contundentemente: “No olvidemos jamás quién es la auténtica amenaza para el mundo… De los 248 conflictos armados que se produjeron entre los años 1945 y 2001 en 153 regiones del mundo, 201 fueron iniciados por Estados Unidos (el 81% del número total)”. Así es, el supremacismo gringo no desea ni quiere perder su hegemonía económica, militar y estratégica.
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Atentamente.
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga