Prosa aprisa
Cuánta tensión hay en el país. Se respira dónde uno esté, incluso sin salir a la calle.
El gran generador de ella es el presidente Andrés Manuel López Obrador. El caso de su hijo José Ramón López Beltrán lo tiene descompuesto.
Para colmo, como el virus del Covid, su mal estado de ánimo se está propagando y contagiando a muchos.
En Veracruz, parece que alcanzó ya al gobernador Cuitláhuac García, quien debe someterse a un tratamiento especial para superar pronto la afección.
Ayer propuse ayudarlo, si se deja, para salir del estancamiento en que cayó con el problema del delito de ultrajes a la autoridad.
Dije que, nos guste o no, finalmente nos representa a todos. Él es el capitán del barco “Veracruz”, en el que vamos todos, que si hunde nos vamos a pique con él.
Ya hoy es viernes y Cuitláhuac lo sabe. Aprovechando que hay veda informativa debiera aprovechar para, como propuso el presidente en las relaciones con España, hacer una pausa.
Debe irse a la playa, o al Super Bowl
Se impone que tome un descanso, que salga a despejar la mente, a la playa a estirar las piernas, a respirar aire limpio, a relajarse.
Tirado en una silla, en un camastro de alberca o de playa, mínimo una piña colada al lado, una cerveza, un ron, una copa de vino o lo que guste, en la soledad, al arrullo de las olas del mar, acariciado por las suaves y frescas brisas ¿del Caribe?, bien podría hacer un análisis de su situación, de qué va bien y qué no, y qué y a quien necesita y qué y a quién no.
O bien, para quitarse la tensión de encima y liberar adrenalina que lo ayuden a enfrentar las broncas de su gobierno, podría tomar el avión hoy mismo e irse a Los Ángeles a pasar el fin de semana y de paso estar en el Sofi Stadium de Inglewood para asistir al Super Bowl el domingo.
Bien podría ayudarlo saber que le compraron ya un boleto de primera fila para ir a Monterrey o a la Ciudad de México a disfrutar del espectáculo de Bad Bunny. ¿Le gusta el reguetón? Lo disfrutaría, porque además está emparentado con la salsa, o al menos eso creo.
O si no le gusta el futbol americano, entonces, por qué no, podría viajar a La Habana, Cuba, a escuchar son, música tropical, bailar salsa, que le gusta y la baila muy bien, disfrutar unos buenos habanos, catar rones de Santiago de Cuba, irse al Habana Café del hotel Meliá Cohiba a escuchar trova, o al Cabaret Parisien del Hotel Nacional y rematar en el histórico y legendario Tropicana (ya me hace falta volver a La Habana).
Al frente del timón, pero con nuevas coordenadas
Hágalo señor, todavía le falta un buen tramo. Lo queremos bien, entero y despejado, al frente del timón, pero con nuevas coordenadas. Sacuda el árbol de su gobierno. Haga a un lado a los colaboradores que lo dañan, renueve el equipo humano que tenga que renovar, la vida misma es cambio.
No se deje llevar por el coro de aduladores, que no le dicen la verdad y que por interés solo le tocan la música que usted quiere escuchar, pero que no es la adecuada para su fiesta.
Mientras se decide, no está mal lo que recomendaba Gina Domínguez para situaciones como la que usted vive: Que antes de iniciar labores le preparen una jarra grande de té de tila, cargado, a la temperatura que guste, que haría que enfrentara a la prensa con la mayor calma posible, sin que se enojara, ni respondiera mal, tan mal hasta el grado de tomarle a usted como un agresor contra mis compañeros periodistas, reporteros.
El exabrupto que tuvo usted el miércoles con Sarah Landa es señal inequívoca de que está y anda muy alterado de sus nervios, que vive a la defensiva, que piensa que todos lo quieren agredir; da la impresión de que en todos ve a un enemigo. Ya no vive usted tranquilo y menos disfruta del poder o de su poder que le da el poder. Noooo, pues noooo.
¿Sabe?, los periodistas no son, no somos sus enemigos (de adentro me dicen que usted o algunos cercanos a usted me consideran el principal, por lo que publico; jamás), sino que lo queremos ayudar diciéndole lo que sus desleales colaboradores le ocultan y le hacen vivir otra realidad, alejado de la realidad real.
Debe reconciliarse con las agredidas
¿Sabe también? Cuánto celebraría que si no sale a tomar un merecido descanso invitara este fin de semana a sentarse con usted, a tomar un café, a desayunar, a comer o a cenar a compañeras con quienes usted ha tenido reacciones verbales, ¿viscerales?, en sus conferencias de prensa, como Claudia Montero o Sarah Landa, de acuerdo a las transmisiones o videos que he visto. Si no lo quiere hacer público, en corto podría ofrecerles disculpas y reiniciar una buena relación, de respeto, de cordialidad si es posible, amistosa, sin comprometer la línea ética de ellas ni su responsabilidad.
El país y el estado ya no aguantan tanta presión, más presión. Hay que distender. Pero usted, señor gobernador, figura principal, debe dar el primer paso, poner el ejemplo. Estoy en la creencia de que los veracruzanos lo seguirán si ven que va en serio.
Veracruz lleva ya muchos años siendo un campo de batalla de ustedes los políticos; es rehén de sus disputas y con él nosotros. Marque usted la diferencia. Empiece a restablecer el tejido social que ha dañado su secretario de Gobierno. Sea factor de unidad. Los veracruzanos desean paz social, encontrar trabajo, que sus negocios levanten, que haya seguridad pública en sus bienes y en sus personas, que los servicios de salud sean óptimos, que se respete el Estado de derecho y los derechos humanos. Sea usted el hombre elegido para esa tarea.
Descanse, señor, sosiéguese, rehágase, por el bien de Veracruz.
Y Sarah… ¡ah Sarah!
Con respeto a mis compañeros y a muchas voces que –me dio esa impresión– la vieron como una víctima del poder, yo en cambio vi en Sarah Landa Castillo a una reportera valiente, profesional, celosa de su deber, que en ningún momento se arredró ni dejó de insistir en sus preguntas, en sus cuestionamientos y que le ripostó en forma decidida, de frente, al gobernador Cuitláhuac García Jiménez ante su reacción molesta, alzando la voz, manoteando, gesticulando, porque ella lo interrogó sobre el polémico tema del delito de ultrajes a la autoridad (el dirigente estatal del PRD, Sergio Cadena Martínez, lo vio como violencia de género y le pidió que le ofreciera disculpas).
Cuánto gusto me da esta nueva generación de jóvenes periodistas. Lo digo porque recuerdo que cuando Miguel Ángel Yunes Linares fue secretario general de Gobierno, por actitudes similares como la de Cuitláhuac el miércoles (¿ya se dieron cuenta que en algunas cosas son muy parecidos?) hacía llorar a mis compañeras, entonces muy pocas y hubo algunas que dejaron de cubrir la fuente oficial o de plano terminaron por retirarse.
Sarah seguramente sabe y está consciente que el nuestro es un oficio de riesgos y que agresiones como la que sufrió son propias de los hombres del poder a quienes incomoda que se sepa y se diga la verdad. Lo que le pasó, sin embargo, la va a cuajar bien, la va fortalecer como periodista. No es la primera ni la única ni la última a la que un gobernante trata de intimidar. Mis respetos para ella, mi reconocimiento y toda mi solidaridad.
Reconfortante reacción del gremio
Lo que también me resultó reconfortante fue la reacción de la mayoría de mis compañeros periodistas quienes no dudaron un instante en solidarizarse con ella y ofrecerle todo su apoyo y respaldo y en condenar la actitud del gobernador. En momentos como los actuales en que a diario el propio presidente agrede a muchos compañeros, cuán importante es la unidad del gremio.
Lo que también me sorprendió gratamente fue que la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) exhortara al Poder Ejecutivo y a su titular Cuitláhuac García Jiménez a respetar el quehacer informativo de los periodistas veracruzanos en todas sus expresiones. Bien, porque el miércoles fue Sarah, pero cualquier día puede ser uno de ellos quien sufra la agresión.
Y para esto, ¿Dónde está el copiloto? Ya suman tres semanas en que no se le ve en alguna actividad pública. ¿De veras Gómez Cazarín y Zenyazen ya lo desplazaron?
Lector, ya es viernes y tú lo sabes. Si el señor gobernador no quiere tomarse un descanso, nosotros sí, creo que lo merecemos por tanto aguante, ¿o qué opinas? ¡Ah, ah! Me acordé que en mi juventud los cronistas de sociales remataban y despedían sus columnas con un “¡abur!”. Abur, pues, en recuerdo de todos ellos.