No se trata de amargar el puente, pero cada vez es más claro algo: el país va directo a la bancarrota. Se incuba una crisis de las finanzas públicas mayúsculas.
El gasto está desbocado, no en prioridades: en frivolidades. Este es el gobierno de la Bartola: con dos pesos quiere resolverlo todo.
El presupuesto de 2021 fue de 6.2 billones de pesos. Suena mucho, pero en la realidad no es tanto. 4 de cada 5 pesos del presupuesto están comprometidos.
Se usan para pagar las pensiones, los salarios, para transferir a estados y municipios, pagar deuda. Bien. La capacidad de maniobra del gobierno federal se reduce entonces a alrededor de 1.3 billones de pesos. Como el carnicero: destacemos. En 2021, 350 mil millones de pesos se destinaron a programas sociales (este año serán ¡450 mil!: total, para eso somos ricos).
Quedaron 950 mil millones para todo el resto de programas. De ellos, 750 mil se destinaron a educación, salud, seguridad, defensa nacional y turismo. Y ahí tuerce la puerca el rabo. Solo en PEMEX y CFE, las ocurrencias presidenciales costaron el año pasado 523 mil millones. Ojo: esta cifra no incluye sus presupuestos. Son sobrecostos. ¿No me cree? Ahí va. A PEMEX se le transfirieron 420 mil millones de pesos.
Dos Bocas costará 75,600 millones de pesos más que lo presupuestado (no producirá más que dolores de cabeza); la refinería de Deer Park costó 16,800 millones por encima de los presupuestado. Y CFE perdonó 11 mil millones de pesos a las y los tabasqueños de recibos de luz.
Así cualquiera es un edén. Pero la tragedia de esos dos sectores no termina ahí. La deuda de PEMEX es de 2.3 billones de pesos, que López Obrador ya decretó soberana, un bonito adorno para decirnos que la pagaremos usted y yo. A septiembre del año pasado, la petrolera había perdido 100 mil millones de pesos y la CFE, 29 mil. El subsidio a gasolinas, el año pasado, fue de 100 mil millones de pesos.
El huachicoleo y robo de combustibles costó a PEMEX el año pasado 29 mil millones de pesos. A la CFE, el pueblo bueno y sabio, vía diablitos, le birló 50 mil millones de pesos, lo que reitera lo que sabíamos desde hace años: que de Don Manuel Bartlett, lo suyo lo suyo, no es impedir el robo sino todo lo contrario.
Calma. Viene lo peor. Como en la imaginación presidencial, febril como la de todos los que somos costeños, el presupuesto no tiene límites, alcanza para financiar algunos caprichitos adicionales. 550 millones de pesos para comprar barcos a la Secretaría de Marina e impulsar el turismo a las Islas Marías. 434 millones de pesos en construcción de estadios de béisbol. Mil millones al nuevo trazo del tren Maya que, por cierto, registró un ligero error en su planeación y costará 60 mil millones de pesos más. Cacahuates. En las sucursales del Banco de Bienestar, se invirtieron 2,421 millones de pesos (me late que por esta presión se va CITI).
No obstante, de 2,700 que ya deberían funcionar, sólo han abierto 300. Esta merece un párrafo aparte: las 140 nuevas Universidades del Bienestar costaron el año pasado 987 millones de pesos. Ya tienen inscritos 28 mil alumnos: 200 por universidad. Pero ese es el promedio. La Universidad (sic) de Yahualica, Hidalgo, tiene inscritos a 13 estudiantes. Vaya: ni para formar un equipo de fut.
¿Cómo se ha financiado esto los tres primeros años? De dos formas: agandalle y deuda. Agandalle: el dispendio se apalancó de 250 mil millones de pesos del fondo de contingencias. Se pepenaron cerca de 100 mil millones de pesos de la desaparición de fideicomisos. Se recortaron programas prioritarios en Salud, Ciencia, Tecnología, Educación Superior, campo.
Se dejó en huesos a organismos autónomos. El SAT apretó a los cautivos. La otra vía fue la deuda. Esta ha crecido en 2.2 billones de pesos durante el obradorato. Además, este año, Hacienda buscará colocar en mercados de deuda, atención, 3.7 billones de pesos para financiar déficits y pagar amortizaciones. 13% del PIB. El gobierno estimó en el presupuesto para este año que la economía crecería 4.1%, pero ya los especialistas lo ajustaron a 2%. Así, el gobierno tendrá menos dinero. La deuda pesará más. Seguirá el delirium tremens de este alcoholismo financiero. Hasta que llegue la cruda mortal. @fvazquezrig Zona de los archivos adjuntos