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Volverán las concentraciones multitudinarias

Por Alfredo Bielma Villanueva

No es nueva la estrategia de aprovechar un buen “manejo” de la conciencia colectiva con motivaciones clientelares; López Obrador sabe cómo hacerlo, se lo han enseñado sus largos años en las barricadas y su ya bien nutrida experiencia en lides político-electorales en las cuales ha participado, su fuerte es la muchedumbre, esas grandes concentraciones de gente en donde el individuo se despersonaliza bajo el influjo de la masa, y que una vez en esa tesitura aplaude a rabiar al unísono de quien lleva la batuta. Porque no es igual enfrentar el reclamo de grupos inconformes expresando sus querellas (como lo han hecho con mayor frecuencia en las giras del presidente por el territorio nacional), que una relación de monólogo “líder-masa”. La escena de los reclamos al presidente se está convirtiendo en lugar común, pues se tiene al presidente “a tiro de piedra”, circunstancia nada conveniente por el deterioro de la imagen presidencial y, además, pone en riesgo la seguridad del primer mandatario. Lo sabe López Obrador, de allí su propuesta para una «gran concentración» (“porque la gente lo pide”) donde con música de fondo se prepara el momento de la aparición del líder que a su llegada recibe la aclamación generalizada. Obviamente, esas concentraciones multitudinarias no resolverán problema alguno, pero servirán para reactivar la identificación de las masas con el gobierno, la asociación del pueblo con su líder. Eso será la concentración multitudinaria que propone el presidente para el 20 de noviembre en el zócalo de la CDMX. Porque los tiempos de campaña han sido permanentes, y va de nuevo.