Hablar de la infancia es en la mayoría de los casos referirnos al momento actual, al debate de políticas públicas, de controvertidas formas de vivir de los niños en las ciudades, escuelas (hoy en receso), calles y parques, el rol de los padres, familiares y en general de la sociedad, es un tema no agotado que tiene muchas cosas por resolver, en otras épocas fue peor.
El investigador Philippe Ariés, publicó uno de los primeros ensayos sobre la niñez en 1960 en el libro El niño y la vida familiar en el antiguo régimen, nos describe como eran vistos los niños, un ejemplo de ello es en el siglo XVI donde los infantes eran considerados una especie de adultos en miniatura sobre los cuales no se tomaban mucho en cuenta, se les vestía como adultos y en muchos casos eran presa de diversiones chuscas, fue un siglo después cuando los niños empezaron a ser tomados en cuenta por los moralistas y poniendo en práctica métodos pedagógicos para su formación, durante “la ilustración” salieron en su defensa Juan Jacobo Rousseau y John Locke quienes ubicaron con mayor claridad el papel que los padres deberían tener con sus hijos.
En el caso de América Latina se habla en algunos textos en la época de la conquista sobre los niños indígenas, ellos fueron los principales receptores de la evangelización, es hasta llegado el siglo XX en el que varios investigadores toman con seriedad el tema de la infancia en la América de habla española, se mencionan los niños de padre españoles nacidos en estas tierras y su desigualdad respecto a los peninsulares. Una de las premisas más reiteradas es que no ha habido reconocimiento a ellos a lo largo de la historia ya que siempre han sido sometidos a la dependencia total y poco o nada fueron escuchados, por eso no hay muchos referentes de ellos a lo largo del tiempo, en ellas encontramos caudillos, héroes, o heroínas, conquistas, reconocimientos, batallas, invasiones y muchos cosas más pero nunca se habla de los niños, solamente se menciona su heroísmo en la batalla de Chapultepec, en el niño artillero y otras regionales donde jugaron un rol de adultos, nunca desde la perspectiva de la niñez, esa es abordada tardíamente posterior al periodo revolucionario, para conocer apenas un poco del sufrimiento infantil, el recuento que se hace del saldo revolucionario nos habla de alrededor de un millón de muertos, de una población de apenas 15 millones de habitantes en el territorio de los cuales seis millones trecientos setenta y cinco mil eran menores de 14 años, el 40% de los habitantes, pero los que más sufrieron fueron los niños de 0 a 10 años, ellos resultaron los principales afectados del conflicto, poco se habla de ese trascendental punto, secuelas psicológicas, epidemias, migraciones forzosas, testimonios de horror, vivir entre violencia generalizada. Miles quedaron huérfanos, con dificultades de sobrevivencia, muchos de ellos murieron por distintas causas como resultado del conflicto, algunos fueron a parar a sitios de beneficencia, pero muchos sufrían el abandono teniendo que vivir en las calles, empleándose por comida o un sitio para vivir en talleres u otros lugares, es una pena que no se tengan datos precisos para historiar esas infancias, apenas con Un niño en la Revolución Mexicana de Andrés Iduarte y México en mi infancia de Juan Bustillo, brindan algunos pormenores de ese saldo revolucionario del que nadie habla, apenas en la época actual los investigadores abordan y analizan la escasa información que debe darse a conocer para no solo hablar de los caudillos, los sin tierra, los hacendados, la milicia, los niños indefensos ¿Quién los menciona?
Miembro de la Red veracruzana de Comunicadores (REVECO).