Uncategorized

¡Vive dignamente siempre!

Por Jorge E. Lara de la Fraga

ESPACIO CIUDADANO

Ya no te autocompadezcas e inyéctale ilusión a tus acciones.

Margina tus pesadumbres y deja fluir tu optimismo.

En los pasados días, al ir a depositar flores y unas coronas a mis deudos, saludé en el cementerio a colegas y conocidos contemporáneos. Aprovechamos el espacio fugaz para intercambiar puntos de vista e información sobre nuestras respectivas condiciones orgánicas y con relación a los achaques y padecimientos experimentados. Unas de esas personas me sugirieron comentar algo que levantara el ánimo y la autoestima de ciertos elementos de la tercera edad que parecieran estar sólo esperando el llamado culminante de la denominada “dama blanca”. Así que en tales términos pretendo en esta ocasión hacer un comentario, compartido y plural, para todos aquellos que nos movemos en ese mundo de los análisis clínicos, de las consultas médicas, de los fármacos y de las cápsulas y pócimas de la medicina alternativa. Tres de esos contertulios “de la juventud acumulada” me enviaron sus aportaciones sobre el particular.

            El paisano huatusqueño Manuel, un poco mayor que un servidor, me expresó que a sus 82 años es feliz porque todavía puede resolver por sí mismo sus requerimientos básicos y me indicó con sentido práctico actitudes para vivir dignamente: Hay que mantenerse saludable a través de una dieta balanceada, sin dejar de considerar la actividad física, los exámenes y los análisis médicos regulares. También no enclaustrarse, sino convivir con los demás, especialmente con los seres inmediatos. Aunado a lo anterior, estar en comunicación con el médico de confianza para referirle desajustes somáticos o cuestiones disfuncionales. Para rematar, precisó que se amerita estar siempre bien informado sobre los avances de la ciencia y de la tecnología, en lo tocante al renglón de la salud de los seres humanos.

            Pedro, un cordial deportista y practicante del frontenis, se proyectó en los siguientes términos. Disfruten la existencia de diversas maneras, asimilando ante todo que la persona se jubila de una actividad determinada, pero que no se jubila de la vida. Dicho eso, la actividad aeróbica, la labor tecnológica, la música, la sociabilización, los viajes recreativos-culturales, la lectura de textos, la intervención en procesos socio-políticos y la expresión oral-escrita son opciones vivificantes y plataformas anímicas para seguir adelante. En el campo literario hay una gran variedad de textos para los que se deleitan con las edificantes lecturas, desde las novelas históricas y las biografías de personajes célebres, hasta los compendios que versan sobre acontecimientos trascendentes, sin olvidar los poemarios y las antologías de tópicos culturales, deportivos y científicos.

El colega xalapeño Antonio fue más contundente y directo: Consideren a la vejez como parte de un proceso natural; entiendan que el individuo debe proceder en consonancia con su edad y evitar las ridiculeces, para nada emplear estilos y vestuarios de épocas juveniles; eliminen las cirugías estéticas así como el uso de recursos peligrosos para rejuvenecer. Hay que mantener el espíritu joven y entusiasta, que las canas y las arrugas no los aflijan: son evidencias de madurez y de sabiduría. Por otra parte, no tengan miedo de envejecer, piensen en todos aquellos que no tienen vida para poder vivirla, para poder compartirla, para poder disfrutarla, a causa de que la muerte los sorprendió a muy temprana edad. La vida es para vivirla como somos; “no nos remendemos”, al grado  de perder nuestro verdadero rostro. Finalmente, amen la existencia, vivan a plenitud; entiendan que cada etapa humana tiene su encanto y no consideren al tiempo como su enemigo, háganlo su aliado y asimilen que envejecer con dignidad es un privilegio.

Una expresión reiterada como epílogo: “¿Qué es morir bien?. Es vivir hasta el último instante con plenitud, intensamente. Vivir más pero no en cuestión de tiempo, sino de calidad de vida: saludables, alegres, conscientes del ahora y del aquí… Muere quien repite todos los días los mismos proyectos, el que no se arriesga a vestir un color diferente y no le habla a quien no conoce… Muere quien no actúa, quien no viaja, quien no lee, quien no se emociona, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo…Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar y se pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante…”

Estimados colegas, amigos y lectores de mi columna, les indico que dispondré de unas semanas para ocuparme de otros menesteres. Nos veremos nuevamente en el mes de septiembre y deportivamente enfatizo que “la historia demuestra que los más notables ganadores debieron superar enormes obstáculos antes de conseguir el éxito. Triunfaron porque se negaron a sentirse desanimados por sus derrotas.”

Atentamente

Profr. Jorge E. Lara de la Fraga