PIENSO, LUEGO ESCRIBO
Por Akiles Boy*
La historia cobra sentido y tiene una utilidad, cuando nos deja un aprendizaje, una experiencia, una lección de vida para aplicarla en el presente y planear un mejor futuro, de otra manera, nos quedamos anclados en el pasado y no evolucionamos a la velocidad de los que van a la vanguardia o acorde con la dinámica de la sociedad, la nuestra y otras del mundo. Históricamente el educador (o también docente, profesor o maestro, para evitar confusiones o suspicacias) en México, ha tenido un lugar especial o importante en la comunidad.
Pudiera ser, sin intención alguna, irreverente, pero no irrespetuoso o insensible ante el gran trabajo de miles de educadores que están entregados en cuerpo y alma a la enseñanza, y cada día demuestran en las aulas o ahora fuera de éstas, su incuestionable compromiso social, lejos de asumirla como una función administrativa o un registro en las nóminas de la burocracia.
Atrás quedaron los tiempos de gloria del educador, cuando fue protagonista de la comunidad, al lado del médico, del sacerdote y de los líderes formales o naturales. Los tiempos de estabilidad política, económica y social del País, sirvieron para el fortalecimiento de su presencia y trabajo en los pueblos y ciudades. El educador mexicano alcanzaría en los años sesentas y setentas del siglo pasado un decoroso status social, que reflejaba un reconocimiento a su fundamental y valiosa tarea en la sociedad. Se percibía en los educadores, el orgullo por desempeñar esa labor, y lo mejor, ser atendidos con dignidad y alentados por el Estado. Puedo dar testimonio, de que mis Tíos, profesores de primaria, cada año perciban lo suficiente para salir de vacaciones y cambiar su automóvil.
¿Qué ocurrió en los últimos cincuenta años en el sistema educativo mexicano? Es muy probable encontrar muchos estudios o investigaciones del tema, que pudieran dar luz o información relativa al análisis y evaluación de la educación en México durante esa época. Seguro habrán distintas teorías y resultados, posiblemente coincidentes o contrarios. Sin embargo, la observación y la sentencia ciudadanas son inapelables.
La persistencia de un vergonzoso analfabetismo y rezago educativo que nos hunden en el sótano de la lista de naciones desarrolladas y en crecimiento, es una deuda social por pagar, sin contar los pendientes acumulados en ese rubro con los pueblos indígenas. Las afectaciones derivadas de un sindicalismo depredador y corruptor que se enquistó en el magisterio nacional, con fines de manipulación y control político de sus afiliados, y mediante acuerdos dirigidos por los gobiernos en turno.
El cambio de modelos educativos, que no han conseguido la confianza y aceptación de los docentes, generándose como reacción, resistencia y oposición a su instrumentación y aplicación. En ese sentido, no se ha observado una mejoría sustancial en la calidad del servicio educativo, ni un aumento significativo de la eficiencia terminal, aun cuando se presuma de una cobertura amplia y una infraestructura escolar en crecimiento. Por otro lado, el índice de deserción en algunos niveles continúa siendo alto, y se acrecentó más por el impacto de la pandemia.
Porque no es la intención presentar una tesis sobre la situación del Sistema Educativo Nacional en las últimas décadas, eso es tarea de expertos, solo nos permitimos expresar algunas generalidades sobre su evolución. La última, se refiere al panorama más desalentador en la educación, a partir del fracaso de las reformas en el sector. La más reciente, la aprobada en el sexenio pasado, que encontró una férrea oposición de los grupos magisteriales, a la que calificaron como una reforma administrativa, porque estaba más dirigida a establecer reglas burocráticas para evaluar y profesionalizar a los docentes. Al final de la historia se vio, que esa reforma fue derogada, y la poderosa organización magisterial mayoritaria en México, entraría en un periodo de crisis que le restó actividad y fuerza para ser protagonista en los procesos que vienen. Mientras tanto, seguiremos con la ilusión que despiertan frases de la retórica política como “La educación es una prioridad nacional” o “La educación es la palanca para el desarrollo”. Hasta la próxima.
Mayo 17 de 2021
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.