PIENSO, LUEGO ESCRIBO
La violencia de nuestros días ha escalado a niveles inimaginables. Esta trascendiendo cualquier limite moral, ético, jurídico o social. El ser humano es al mismo tiempo el generador y auspiciador. Predominan en los medios de comunicación actuales, los contendidos con una fuerte carga de violencia, en cualquiera de sus expresiones, física, psicológica, moral, emocional, de género, laboral, etc. Imposible abstraerse de ese fenómeno real y creciente, que nos mantiene atrapados. Completamente indefensos, tolerando la apología, la exhibición y adoración, de una cada vez más delirante violencia contra todo, contra todos.
Más allá de los orígenes y evolución de la violencia en la humanidad, nos conviene señalar y atender sus causas o factores detonantes en los últimos años, y ante la generalizada y avasallante ola de violencia, oprimir el botón de alarma, para detenerla y atenuar paulatinamente sus efectos negativos en los grupos y sociedades. Nadie en su sano juicio puede estar a favor del conflicto y la violencia, con excepción de las mentes perversas que los ven como una ventaja o negocio.
Es un gran riesgo contra nosotros mismos, la idea o plan de “normalizar” la violencia como un estilo de vida o imponer la teoría de la selección natural, creando un mundo únicamente para los más fuertes o con más recursos para sobrevivir. En este planeta nadie sobra ni nadie falta, la naturaleza hace su tarea y no tiene que haber un plan de exterminio o depuración para la raza humana y los demás seres vivos que lo habitan.
Y los efectos perniciosos de la violencia, son tan tristes y dolorosos, que dejan huellas imborrables en quienes la padecen y han sido víctimas directas o indirectas. Aquí me permito traer la referencia de un evento reciente. El pasado 8 de marzo, por el canal once de televisión, TV UNAM, fue transmitido el documental titulado “Esther sin h, Diario de una Madre Mutilada”, una coproducción de esa Televisora oficial, Ave de Paso Films y la Universidad Veracruzana, con el auspicio del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA).
El documental de Alejandra Islas, se basó en el libro “Diario de una Madre Mutilada”, de Esther Hernández Palacios, publicado en 2010, y que fuera galardonado el siguiente año, con el Premio Bellas Artes de Testimonio Carlos Montemayor. En esa obra, es la escritora xalapeña, de reconocida trayectoria en la Academia y en la investigación, dentro del claustro de la Universidad Veracruzana, la que narra su experiencia de vida, después de la pérdida de una hija, tras sufrir un atentado violento junto con su esposo en la misma ciudad de Xalapa, hecho ocurrido hace más de diez años, y el que ya pocos recuerdan. En dicho libro, que la propia escritora califica como “un diario catártico”, que lo fue elaborando con propia mano, como un instrumento para resistir el sufrimiento y sobrevivir, decidió eliminar la “h” de “Esther” “porque al perder a Irene, su hija, se convirtió en una madre a la que le mutilaron el alma, su ser y hasta el nombre”.
Como esa historia de violencia, muerte y dolor, seguro habrá miles en México y el mundo. Pero las personas tenemos miedo y memoria corta, fácilmente hemos caído en la indiferencia y la pasividad ante los “escenarios de violencia y guerra” que seguimos observando en la vida real y en la ficción recreada con la fantasía que producen la creatividad humana y la tecnología. Son tiempos violentos, que con paciencia o resignación se han tolerado, nos hemos adaptado, sin embargo, no significa que sea lo normal y menos los mejor. La esperanza acaso, es que este fenómeno sea cíclico, y además, hagamos lo posible y necesario para recuperar y preservar los principios y valores de la convivencia humana, que permitan la rápida reconstrucción del tejido social, tan dañado por la peligrosa violencia estacional, que azota el planeta en las primeras décadas de este siglo. Hasta la próxima.
Marzo 28 de 2021
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.