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Gobernar al gobierno. seguimiento, control y evaluación permanentes

Por Rafael Arias Hernández

Mutatis mutandis.

                                          A Emilio Barrientos Vivanco, amigo siempre.

Todo un reto difícil, complejo y enorme. Crisis de economía y finanzas públicas; crisis de salud, seguridad y educación; y, por si fuera poco, elecciones en crisis de capacidad de respuesta gubernamental, para enfrentar la nueva realidad y su trasformación.

Urge contar con  gobiernos de comprobados buenos resultados, que sean parte de la solución y no del problema. ¿Tenemos los gobiernos que nos merecemos?

Gobernar es distinción y privilegio; a la que corresponden, responsabilidad y obligación ineludibles.

Antes que todo, insistir que ahora gobernar es informar y rendir cuentas; para ser fiscalizado y evaluado por ciudadanía y sociedad. Obligación informar, para atender el derecho de saber.

De ahí que sea preciso identificar a quienes gobiernan, distinguir si son electos o designados, contratados o nombrados, así como identificar y difundir sus responsabilidades y obligaciones;  y también, recordar que por voluntad propia desempeñan cargo y encargo gubernamental. 

Debiendo demostrar, en todo caso y al mismo tiempo, tanto honestidad y capacidad, como responsabilidad y eficiencia.

Nada de simulación, encubrimiento y favoritismos. Ni de ser honesto pero irresponsable, ineficiente e incapaz. O de ser capaz, pero deshonesto e irresponsable.

Insistir también que, gobernantes y servidores públicos, no pueden hacer lo que les dé la gana; ni disponer a su antojo y voluntad, para mal usar y abusar de recursos públicos y  atribuciones institucionales, que los cargos oficiales les confieren o ponen a su temporal disposición. ¿Presuntos  responsables, prófugos potenciales, o culpables inalcanzables? ¿Carniceros de hoy, serán las reses del mañana?

Gobernantes y servidores públicos. En una y otra forma, son evaluados y hasta juzgados por la Historia, dependiendo del momento que les haya tocado vivir y la responsabilidad a asumir.

La gran diferencia, propia de la evolución social y el desarrollo institucional contemporáneos, es que ahora gobernar implica servir, cumplir  y  hacer; y simultáneamente,  informar y rendir cuentas, para ser fiscalizado y evaluado permanentemente.

Dicho de otra manera: en la actualidad es ineludible transparentar decisiones y acciones, informar de objetivos y metas, así como de resultados y pendientes; rendir cuentas  y prever lo previsible; someterse, ineludiblemente a la fiscalización y a la evaluación  ciudadana y social.

No son dueños, amos, o patrones. No son esclavistas, señores feudales, o caciques. Ni aristócratas, déspotas o tiranos. Tampoco jefes de mafias, bandas o pandillas

En estos tiempos, todo gobernante es y debe ser,  servidor público; que realiza un trabajo, al servicio de la ciudadanía y la sociedad, bien por elección o designación, o por obligación o contratación.  

Importante pasar del decir al hacer; del dicho, al hecho. No más,  una supervisión mínima o inexistente; ni una fiscalización forense, lenta y sugerente, sin denuncia, ni proceso y sanción correspondiente; y de  supuesta evaluación y fiscalización,  partes notorias de la simulación.

Evaluar exige tomar en cuenta, al mismo tiempo, tanto  aciertos y errores, como pendientes y logros.

ES LA ECONOMÍA

En todo caso, empezar por el principio. Antes de una reforma fiscal, lo que más le urge al país, es definir y estructurar estrategia y plan  para atender y fortalecer la Economía, ante nuevos retos y complicadas situaciones actuales.

Desde luego que lo fiscal es y debe ser, factor importante de dicho Plan o Estrategia gubernamental. Si es necesaria una reforma fiscal sustentada y actualizada, pero antes que todo deben definirse los tipos y alcances de las políticas y programas para fortalecer la Economía.

Esto es, impulsar crecimiento económico, generación de empleos y orientación e impacto de las finanzas públicas (inversión y gasto público), dando prioridad a la reducción y erradicación de la desigualdad extrema, que se  caracteriza y mantiene, a muchas entidades  en la pobreza extrema. Entiéndase fortalecimiento prioritario de las Economías locales.

Para empezar no se debe acabar con la informalidad, porque  sin duda es,  un medio importante de sobrevivencia. Se debe identificarla  y transformarla. Además, inmediatamente, se debe alentar y asegurar la presencia y expansión de la inversión; empezando por fortalecer el esfuerzo empresarial, responsable y solidario del esfuerzo social. Reorientar y revitalizar  administración y finanzas públicas, para incrementar y aprovechar al máximo los recursos disponibles. En particular, apoyar a todos los niveles, los sectores gubernamentales de seguridad, salud, educación, infraestructura, agricultura y trabajo. Dar la debida atención y apoyo a políticas y programas orientados al sector externo para favorecer presencia y competitividad en el contexto internacional. Contar con un sistema financiero incluyente, altamente abierto, disponible, promotor y gestor. Difundir y vincular al interior, las instituciones y organizaciones, acuerdos y convenios relacionados con el comercio exterior y las relaciones internacionales. Y desde luego, ampliar participación, estímulos y apoyos económicos, para erradicar pobreza y hambre en los estados más pobres del país.

Urge asegurar crecimiento de la economía, generación de empleos y reactivación de la inversión (pública y privada) en los estados más pobres y con necesidades sociales crecientes y pendientes de atender.

Reforma fiscal, necesaria y urgente, sí. Pero no para asegurar gastar más, en forma discrecional y ocurrente.

GOBERNAR AL GOBIERNO

Hay que difundir y hacer saber leyes y normas, que definen  ineludibles responsabilidades y obligaciones, de  gobernantes y servidores públicos, que deben y tienen que cumplir.

El problema hoy,  es que hay mucho por hacer y cumplir al mismo tiempo. Ante inocultable aumento de pobreza: casi 2 de cada 3 mexicanos en pobreza; y 1 de cada 4, en pobreza extrema. Ante crecientes crisis económica y de finanzas públicas. Se pierden fuentes de trabajo y  hay escasez de empleos. No hay creación de nuevos, acaso solo simple recuperación. Tan solo para regresar, a los niveles de febrero 2020, hacen falta 676 mil empleos formales. ¿Y los nuevos?

Economía retrocede. Recesión aumenta. Cientos de miles de pequeñas empresas han cerrado, y otras más hacen malabares para no quebrar. Muchas no invertirán hasta que haya certidumbre jurídica. Indispensable entender y atender el crecimiento económico,  hacer  cuanto antes,  lo indispensable y urgente, y detener y revertir lo que  erosiona el bienestar de  la población.

– Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH