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Abusos que no paran

Por: Héctor Saldierna

Abriendo Brecha

Siempre existe la esperanza como una aspiración del ser humano. Cuando las cosas están mal y queremos que haya un cambio, entonces nos anima el sentimiento y la fé para lograrlo. Eso ocurre con los gobiernos que tenemos y por regla general tendemos hacia la reprobación.

México se ha despertado apenas de una pesadilla que significó una modalidad -digámoslo así- diferente de gobierno, a partir de la llegada de Carlos Salinas al poder y que sepultó los sueños y aspiraciones de millones de mexicanos.

Con ese gobierno, en 1988, México empezó a vivir una realidad distinta y empezó a delinear una política privatizadora con la que Salinas benefició a sus amigos para hacerse de las paraestatales.

Hizo una labor de desmantelamiento, con lo que incrementó abismalmente la brecha económica, con el privilegio de unos cuantos y el perjuicio de los muchos. Equidad, justicia social y democracia se convirtieron en conceptos sin el mayor significado.

Y no fueron solamente los seis años de su período, sino que se extendieron a través de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, lapso de 30 años conocido como la etapa neoliberal y que fue una larga noche para México, con sus matices evidentemente.

Paradójicamente ese año de 1988 podría haber sido muy diferente. La comunidad   nacional ya se había hartado del partido gobernante en ese tiempo y un sector más liberal del priísmo había conformado un Frente Democrático con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, cuyas votaciones le habían sido favorables, pero el sistema consumó uno de los más grandes fraudes que se ha cometido en el país.

Egresado de Harvard, Salinas de Gortari se convirtió en un fiel representante de los intereses de Estados Unidos y empezó a promover una política pública en la que desmanteló a instituciones nacionales a través de la privatización de una serie de servicios y por vez primera fraguó acciones en contra de los propietarios de la tierra para ser cedidos a empresarios extranjeros o inversionistas nacionales.

Empezó también a dar los primeros golpes a Petróleos Mexicanos, situación que había preparado desde el momento mismo que encarceló a uno de los principales líderes petroleros, Joaquín Hernández Galicia, a través de un simulacro.

Con Ernesto Zedillo también se efectuaron acciones depredadoras y la lista de agravios es muy grande, siendo el Fobaproa la insignia de un gobierno que afectó grandemente a la inmensa mayoría del pueblo mexicano y beneficiando a unos pocos. Recibió de manos de Salinas un gobierno quebrado y luego contrató deuda con EU.

Con Fox y Ernesto Calderón surgieron nuevos capítulos. Con el primero, desperdició y tiró a la basura grandes excedentes petroleros, cuando se podría haber invertido en infraestructura. Con el segundo, inició la guerra contra el narco, con lo que inauguró una etapa de terror que aún continúa.

Disparó las cifras de muerte y de desaparecidos, con lo que ha abierto heridas que permanecen abiertas y sangrantes. Con Peña Nieto siguió la misma ruta. Ese gobierno, ya recuperado por el PRI, brindó la puntilla al entregar el petróleo a intereses extranjeros a través de la reforma energética y traicionó también al sector eléctrico que en 1960 había devuelto al país a través de Adolfo López Mateos.

PROTESTAS CONTRA MAS

Cientos de ciudadanos desfilaron con pancartas e inconformidades en contra de MAS, la empresa que entregó en concesión el tristemente célebre Javier Duarte. Es una empresa brasileña fraudulenta que es la que mal administra a MAS y curiosamente no hay manera de revocar la concesión.

Se pensaba que el presente gobierno morenista haría las gestiones para el retiro de la concesión, pero han pasado dos años y no ha habido ningún movimiento. Permanece incólume.

Oliver Olmos, quien encabeza Movimiento Ciudadano (MOCI), reconoce que ha habido indiferencia de parte de las autoridades estatales y municipales. Algo similar ocurre en Boca del Río, donde CAB, que es la empresa que maneja el agua, se distingue por su mal servicio y prepotencia de sus funcionarios. Sus tarifas son muy elevadas y no existe ninguna autoridad regulatoria que frene tales abusos.

Ha cambiado el gobierno, pero todo parece indicar que los abusos son imparables porque no hay signos que le interese en resolver esta problemática.

Estos servicios, sobre todo el agua, deben ser manejados por el gobierno estatal o municipal. Así ocurrió durante muchos años y los resultados eran satisfactorios.  Pero cuando entra la ambición y la codicia, los resultados son sencillamente desastrosos.

Y hasta la próxima.