En México para nadie es un secreto que la oposición política está en lamentable estado catatónico, que aún no logra recuperarse después de su desastroso desempeño electoral reflejado en las menguadas filas de sus legisladores en el Congreso federal y en las legislaturas locales. Más aún si se considera la abstención del PAN para renovar la alianza electoral con el PRI pues en esa tesitura ambos partidos navegan en la incertidumbre del no saber qué hacer. En ese contexto la alianza tripartita entre MORENA, el Verde y el partido del Trabajo va viento en popa, y así seguirá mientras el Verde y el Pt se conformen con las migajas que MORENA les conceda. En ese entorno, pudiera considerarse que MORENA no tiene oposición al frente, y ciertamente ese diagnostico se corresponde con la realidad.
No obstante, tampoco para nadie es un secreto que MORENA lleva en su seno una pugna por el poder bastante notable, tan consistente que incluso llegaron al extremo de retar al poder presidencial, esa audacia fue siempre inédita cuando el PRI fue hegemónico porque nunca nadie intentó siquiera rebatirle al presidente algún coto de poder. Con MORENA ese molde se ha roto, así lo comprueba la modificación de la fecha de entrada en vigor de la ley contra el nepotismo en cargos públicos, que la presidenta fijaba para el 2027 pero en las cámaras legisladoras se pospuso su entrada en vigor hasta el 2030. ¿Porqué no lo impidieron Adán Augusto en el senado y Monreal en la cámara de diputados? ¿Consultaron con la presidenta el diferimiento en cuestión? Como fuere, simplemente ya se sabe que la presidenta quería una ley antinepotismo a partir del 2027, pero los diputados y senadores la pospusieron para el 2030. Muchos otros indicios demuestran cómo en MORENA los grupos a su interior pugnan por agenciarse esferas de poder en mengua del otro. Acá en la aldea jarocha, es bastante notable la retórica hiperbólica del senador Manuel Huerta señalando una y otra vez supuestas anomalías en el proceder de sus correligionarios partidistas, la más reciente se refiere a un supuesto apoyo brindado desde el ayuntamiento xalapeño y de la secretaría de gobierno del gobierno de Cuitláhuac García al candidato de la alianza del PRI-PAN-PRD al gobierno de la entidad, no dice el santo, pero señala “el milagro”. Sin embargo, no explica porqué lo asegura tan extemporáneamente y no justo cuando se competía por el gobierno, por esto su dicho pierde seriedad y queda en una declaración insulsa y en vano protagonismo. Abunda material para extendernos en el comentario, pero basta un botón de muestra.