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La hora de las definiciones, ¡fuera máscaras!

por Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEON

Como era de esperarse la Cámara de los diputados votó y aprobó la reforma al Poder Judicial de la Federación, es la cámara de origen y turnó a la cámara de senadores el dictamen correspondiente, donde será discutido y puesto a votación la semana próxima, lo intrigante en este caso no radica en si la colegisladora aprobará o no el proyecto de ley sino quién de los senadores de la oposición será el Judas repentinamente “convencido” de los beneficio por demoler el Poder Judicial. Se habla del voto de un senador porque Morena y aliados necesitan uno solo para completar la mayoría calificada, aunque en términos de posibilidades pudiera conseguir algunos más. En cuanto ese requisito se consiga el Proyecto de Ley será aprobado y será circulado en los Congresos locales, donde en 25 tiene mayoría y solo requiere de 17, luego entonces la aprobación sería en fast track. Así se percibe el debatido y conflictivo proceso de la reforma para demoler al Poder Judicial, va directo pese a las protestas de trabajadores, jueces, magistrados y ministros de ese poder y las ya muy abiertas advertencias del sector empresarial de dentro y fuera del país, con el ingrediente de significativa importancia de los avisos expresados por el gobierno de los Estados Unidos y Canadá a través de sus respectivas embajadas diplomáticas. Pero el presidente está empeñado en darle curso a esa reforma “porque esa fue la decisión del pueblo de México”, como dice la presidenta electa y “no hay posibilidad de revertirla”.

Por la trascendencia del asunto el interés de los directamente involucrados está puesto en saber si el bloque opositor se mantendrá sólidamente unificado, es decir, subsiste la esperanza de que Morena no alcance la mayoría calificada por no conseguir el voto que necesita. Mentes más realistas, o pensamientos pesimistas, consideran que es elevada la posibilidad de Morena-gobierno para conseguirlo, una vez lo cual estará, cumplido el propósito presidencial y ya veremos las consecuencias que de ello se deriven. Pero ¿en realidad es necesaria esa reforma? En términos generales el Poder Judicial como otras esferas de gobierno necesita de adecuaciones, radicales algunas, porque efectivamente existen motivos para mejorarlo, pero la peregrina idea de elegir a los jueces como solución es despropósito descomunal, simplemente resultaría peor el remedio que la enfermedad.