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Crisis ambiental, tensión social y represión.

Por Martín Quitano Martínez

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La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo.

Platón

En muchas partes del territorio nacional, los últimos días se ha vivido una condición de protesta social ante los efectos y consecuencias innegables del calentamiento global, en particular ante la nula acción de los gobiernos que día a día queda de manifiesto para enfrentar o atenuar nuestro deterioro ambiental y las crisis derivadas de ello.

El estrés hídrico, las sequias o las lluvias torrenciales como manifestaciones cada vez más extremas que acumulan dolores sociales, de la mano de la continuidad de la visión depredadora, contaminante e inconsciente, llena de intereses puntuales que en conjunto suman los factores para profundizar los daños, para seguir lastimando nuestro presente y caminar a un futuro deplorable.

En nuestra entidad, la inconformidad social se ha ido haciendo más presente, más continua. Las voces y actos muestran que los problemas se vuelven más complejos y descontrolados. Así que las soluciones son también más difíciles, ya que no se calcularon, no se tomaron ni se toman las acciones requeridas. El abandono de políticas públicas serias y responsables, de gestiones con planeación estratégica y recursos suficientes, convierten en un mal chiste las acciones de reforestación y cuidados ambientales que se publicitan en redes con los funcionarios estatales de jardineros, barrenderos o agricultores. Acciones dominicales o de fin de semana, un día de fotos para los “compromisos”.

Los incendios, la contaminación, la deforestación, la falta de agua, generan una inconformidad que pone en jaque la efectiva capacidad de respuesta gubernamental, no solo como respuesta inmediata sino de mediano y largo plazo. Nos enfrentamos a la indiferencia de quienes deberían generar alternativas, y en lugar de eso, se responde con la represión sin protocolos, de las manifestaciones ciudadanas, para las que, además de soberbia, palos y golpes, se ordenan tiros y se asesinan personas. La ineficiencia e incapacidad para atender los problemas no se supera con discursos, porque lo que se exigen son soluciones.

Ausente siempre el manoseado y claramente olvidado compromiso con el diálogo, con el reconocimiento del pueblo que tiene todo el derecho a manifestarse y ser atendido por sus autoridades. Respuestas que aplican solo cuando se utilizan como un escondrijo de campaña, de actos oficiales que buscan encubrir la ominosa condición autoritaria de la represión, de los abusos de fuerza, de la prepotencia, arbitrariedad e impunidad que no dialoga, que no resuelve.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

La crisis hídrica en Xalapa es mucho más que el complot de los tapones, pero sería bueno empezar a resolver sin impunidades