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El pueblo sabio

Por: Ángel Álvaro Peña

ALMA GRANDE

Un pueblo consciente de lo que quiere, que no hizo caso de los rumores ni de la guerra sucia, logró un triunfo incuestionable

Antes del amanecer había fila en algunas casillas a lo largo y ancho del país, la capital no fue la excepción, sobre todo en las casillas especiales, destinadas a quienes no viven en los lugares donde se encuentran. Se veía una participación nutrida y consciente de lo que hacía.

El compromiso social con sus preferencias electorales se hizo evidente desde temprano. No dejó lugar a dudas y no solo por las enormes diferencias en los resultados, sino porque la convicción en las largas filas de las urnas era evidente. Un pueblo consciente de lo que quiere, que no hizo caso de los rumores de los medios ni de la guerra sucia de los contrincantes, logró un triunfo incuestionable, donde hasta los propios candidatos de la oposición felicitaron a los triunfadores.

Aquí no se trata de darle el triunfo a un candidato o a un partido, sino al pueblo que superó con 15 por ciento al abstencionismo. Hasta hace seis años votaba el 55 por ciento, ahora votó el 65 por ciento, lo cual es digno de celebrar al pueblo sabio. Estamos hablando de casi 9 millones de votos que nunca habían participado en las urnas.

El INE retrasó la información sobre una tendencia cuyos porcentajes pueden cambiar muy poco al final del conteo, no así el número de votos. La sorpresa fue que también dio a conocer la situación de senadores y diputados, lo cual arroja que Morena con sus aliados podrá contar con la mayoría absoluta, de tal suerte que podría reformar la Constitución cuantas veces quiera la jefe del Ejecutivo.

De hecho, podría ser el propio Andrés Manuel López Obrador quien reviviera alguna de sus reformas rechazadas porque la nueva legislatura, con la que contará con un promedio de 356 diputados, y las tres cuartas partes de los diputados se logran con 334. Lo mismo sucede en el senado, donde necesita 85 y cuenta, desde ahora, con 86.

Esto sin tomar en cuenta que los legisladores de Movimiento Ciudadano todo, o parte de ellos, tomen partido por las propuestas tanto de López Obrador como de Claudia Sheinbaum. Haga lo que haga MC al respecto será una sorpresa. Porque ya es, desde ahora, la segunda fuerza electoral de México y, por si fuera poco, estos comicios dejan sin registro a nivel nacional al PRD.

La legislatura próxima empieza el 1 de septiembre y el jefe del Ejecutivo se va el 1 de octubre, cuenta con un mes para reformar un par de artículos de la Carta Magna, con la certeza de que serán aprobadas. Podría hacer una sola con la que haría historia: la reforma Judicial, donde se establezca que los ministros de la Suprema Corte de Justicia sean electos por la población. Reforma que solo maquillaría un poco para volver a colocarla en el escrutinio de los legisladores.

El gran secreto de los legisladores será su contacto con la población que será lo que les otorgue legitimidad y puedan gestionar, aprobar o rechazar cuantas leyes quieren con la anuencia de la población.

Desde los 70, cuando el presidente José López Portillo no tuvo contrincante para la Presidencia de la República, un solo partido no había tenido tanto poder en el Legislativo. Ahora será acompañante de la primera mujer presidenta de México, quien será la mujer más poderosa de los últimos 50 años en el país.

De un día para otro el panorama político del país cambió sustancialmente, aunque no faltarán aquellos que quieran ver la realidad con ojos del pasado. Lo que digan que todo es lo mismo y que la historia se repite, por respeto la especie humana, nada se repite. Como decía el filósofo Heráclito: una persona no puede bañarse en el mismo río dos veces. El tiempo le impide a la historia plagiarse.

Todos fueron testigos de que en las calles los ríos de gente impedían que el país se bañara en la misma agua. No es el mismo río, es un mar de gente que sin llegar a ser marea, porque la marea cuando se vuelve tornasol marea y pierde el faro, es una ola que permite llegar a buen puerto a un barco y a levar anclas a otro, en medio de un mundo que parece naufragar.

Fue el pueblo el que hizo el cambio y lo seguirá haciendo, a nadie se le engaña cuando la participación multitudinaria en las urnas no sólo asombró, sino que conmovió por su decisión y conciencia.

El pueblo quita y el pueblo pone. Primero puso la esperanza ahora es el compromiso mutuo de pueblo y gobierno, que debe mandar obedeciendo.

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