ALMA GRANDE
La evolución de los debates entre candidatos a la Presidencia de la República tiene cambios notables para bien de todos.
Más allá de que haya buena o mala política, vieja o nueva política. Lo cierto es que hubo una nueva manera de realizar los debates. No son tiempos de ver todavía la realidad en blanco y negro.
Los debates en México tienen un origen de agresiones, es por ello por lo que el juego democrático de los debates no se definía y así, quien tuviera mejores propuestas no era el ganador sino quien había acumulado un mayor número de agresiones contra el competidor.
Desde hace 24 años, la violencia imperaba en los debates. Fox le dijo a Francisco Labastida “la vestida”, a ese nivel llegaban los diálogos que parecían golpes contra el de enfrente en lugar de mostrar el proyecto de nación que cada uno de los candidatos tienen.
La presencia de los tres personajes en busca del mismo cargo de elección popular no fue vista como pugilistas, sino como seres pensantes que tienen una propuesta y la defienden. Y así, dejan de defenderse de los insultos para darle coherencia a sus proyectos y no como sucedía antes, que se defendían de los insultos y las descalificaciones y dejaban los proyectos olvidados.
El encuentro entre Xóchitl Gálvez del PAN, PRI, y PRD; Claudia Sheinbaum, de Morena, PT y Verde, y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, no fue lo que todos esperaban. Hubo más cerebro que fuerza, el diálogo superó los insultos.
Esta vez, a pesar de que hubo acusaciones directas, fueron libradas y se ponderó la propuesta de los tres candidatos. Difícil el papel de un hombre que, como Jorge Álvarez Máynez, no estaba habituado a discutir con mujeres. Debió librar no sólo cuestionamientos, sino colocar sus palabras en un marco de respeto a las mujeres.
De Máynez sólo conocíamos borracheras y ocurrencias, con tenis de color llamativo. Sin duda, dio la sorpresa, aunque no tenga posibilidad alguna.
La evolución de los debates entre candidatos a la Presidencia de la República tiene cambios notables para bien de todos. De seguir así la civilidad de las elecciones será ejemplar en México, entonces sí valdrá su peso económico.
Acostumbrados los mexicanos a esperar hasta un insulto que recordara la progenitora, a más de uno de los presentes, ahora la elegancia de las mujeres participantes esquivó cualquier intento de agresión y se centraron en lo suyo. Tenían suficientes propuestas para colocar en la mesa. Desde luego y, como sucede en todos los debates, el cómo lograr lo propuesto se convierte en una especie de secreto de Estado.
Sin embargo, hacía falta la sensibilidad de las mujeres para darle un tinte de civilidad a los debates, donde anteriormente habían sido mayoría de hombres en escena. Esta vez sólo cinco personas a cuadro, de las cuales tres eran mujeres, estabilizaron y evitaron la violencia acostumbrada, crearon una manera diferente de debatir en nuestro país, rompiendo la tradición de violencia verbal que siempre caracterizó este tipo de encuentros.
Este primer encuentro fue respetuoso, equilibrado, con algunos incidentes que pudieron romper la equidad como el intento de colocar a escondidas un teleprompter para Xóchitl Gálvez, o la toma de la tribuna especial para los contrincantes por parte de Gerardo Fernández Noroña, o el exceso de tiempo de imagen a Jorge Álvarez Máynez. Anécdotas que finalmente son secundarias ante la posibilidad de llevar dignamente un debate como nunca antes había sucedido.
Aquí las encuestas le quitaron brillo al debate, porque desde hace meses las preferencias son claras en la intención del voto. Lo cual obligó a algunos a hacer caso omiso de las propuestas de Álvarez Máynez, quien debió ser escuchado con mayor atención. Los equilibristas analistas del debate parecen haber sido influidos por las encuestas, cuando se trata de dos concursos diferentes. Pero la ansiedad por encontrar un ganador antes de tiempo contamina el desarrollo de los debates.
Así, las encuestas influyen en el ánimo de los debates y éstos en el ánimo de la votación el día de la jornada electoral; a pesar de que hay una clara definición, el debate sirvió para mover la conciencia de los indecisos quienes, si bien no revierten los pronósticos de las encuestas en la votación para la Presidencia, pueden influir en otras y marcar diferencias.
Es decir, la movilidad de la votación en la Presidencia de la República está definida, lo anuncian las encuestas, pero las expresiones del debate mueven conciencias que se dirigen a cambiar el destino del voto en las senadurías, presidencias municipales o diputaciones federales y locales. Y esto tiene que ver no sólo con romper la apatía de los abstencionistas, sino la motivación de quienes se habían resignado a dejar pasar las elecciones sin intervenir.
Cada paso del proceso que se encamina hacia las urnas es importante, motiva acciones, impulsa y da potencia a la votación. Así, encuestas, debates y votación son parte de un todo donde la ganadora siempre debe ser la democracia.
Un debate con altura del primero de 2024 eleva el nivel de la discusión y obliga a diputados y senadores a subir también el nivel de sus participaciones en las dos Cámaras. Ya no son tiempos de agredir, de disfrazarse, de violentar en el recinto legislativo. Los tiempos cambian y quienes los transforman son las circunstancias que impulsa la población y eso, en cualquier país del mundo se llama democracia, democracia sólida.
Esta vez no hubo pleito sino defensa de proyectos, algunos del pasado, otros del presente y otros más hacia el futuro. La población debe entender que la atención que se ponga en estas pláticas deberá fortalecer o rechazar la idea preconcebida de su voto.
PEGA Y CORRE. – Caos económico, político y social en Ecuador luego de la invasión a la Embajada Mexicana, no habrá exportaciones hacia el norte y el Mercosur le cierra las puertas. Se exigirá visa a los ecuatorianos y no se repatriarán inmigrantes de ese país, sino que serán encarcelados en México…
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