Columnistas

La guerra de encuestadazos

Por Jesús J. Castañeda Nevárez

Es mi pienso

La guerra electoral incluye de manera estratégica el bombardeo de las encuestas, con fines completamente perversos, porque no se trata de un acto bien intencionado sino todo lo contrario, como para tratar de apantallar al rival, pero principalmente para tratar de desmotivar a los electores al hacerles creer que ya todo está decidido y que el día de la elección será de mero trámite.

Seguramente el partido en el gobierno puede afirmar que sus encuestas son reales y que el pueblo bueno los ama hasta el infinito y más allá, lo cual queda perfectamente retratado con el resultado de varias empresas encuestadoras.

Y efectivamente eso puede ser cierto, aunque no totalmente real; y lo explico:

El gobierno tiene en su poder la base de datos de todos los programas sociales con los que está lucrando electoralmente, con la intervención de los llamados “siervos de la nación” que van casa por casa advirtiendo a las personas que “tienen que votar por morena” y amenazando que si no lo hacen, perderán los apoyos que les manda López obrador a los viejitos, a los discapacitados y a los jóvenes, pero jamás les dirán que los apoyos ya están en la Constitución desde el gobierno de Fox que era del PAN y que ya estuvo Peña Nieto del PRI y ahora AMLO de Morena y que ninguno quitó los apoyos, sólo le han hecho algunas modificaciones, como por ejemplo, a la llegada de morena cambiaron la edad que era de 65 años para ponerla a 68 y después la volvieron a bajar a 65, pero eso es todo. No la pueden quitar, gane quien gane, porque está en la Constitución, pero ellos, como lo acostumbra su líder, mienten por obligación o por devoción.

Y si a esos beneficiarios de los programas sociales, así como a los trabajadores de los gobiernos morenistas les preguntan sobre su “intención de voto”, ¿cómo creen que contestarán? Obviamente con la respuesta que saben que quieren los que les preguntaron, para evitar represalias, pero eso no significa que, en el día de la votación lo confirmen con su voto y seguramente harán lo que les dicte su corazón en completa libertad.

Y qué decir de todos los que fueron obligados a acudir a los eventos morenistas y que tuvieron que cubrir sus gastos con el dinero de sus hijos, con el dinero que era para zapatitos, ropa, medicinas o alimentación y que se desvió para “financiar” las campañas morenistas.

Las encuestas a todas esas personas pueden tener una respuesta positiva, pero en el interior de esos electores estará aguardando el momento del desquite, que llegará el 2 de junio al estar enfrente a la boleta electoral y con el marcador apretado en la mano, listo para disparar el misil que enviará directo a la derrota a su hoy opresor.