El largo periodo hegemónico del PRI engendró la indiferencia ciudadana hacia los procesos electorales, los elevados índices de abstencionismo encontraron causa en la seguridad ciudadana de que quien resultaría ganador sería el candidato del PRI, entonces ¿para qué votar? De allí la baja participación ciudadana en los comicios mexicanos. Pero en el estira y afloja sostenido entre grupos de oposición y los gobiernos priistas hubo siempre un permanente movimiento democratizador; fueron los movimientos obreros (ferrocarrilero, principalmente) y magisterial de las décadas de los años cincuenta y sesenta los que dieron margen a la creación de los “diputados de partido”, electos a partir de la elección de 1964. Con la reforma electoral de 1977 aparecieron los conceptos de representación proporcional y el de mayoría relativa impulsando el pluralismo político en el país. Reforma electoral también de gran envergadura la de 1990, creadora del IFE, seguida por otras de no menor importancia en 1994 y en 1996 con la intensa participación ciudadana (Grupo San Ángel, Mesa de Bucareli), en ese proceso aparejada llegó la alternancia en la presidencia. Vale la interrogante, durante ese periodo ¿Qué tanta madurez electoral adquirió la ciudadanía mexicana?Fue también en la década finisecular cuando se pusieron en práctica los debates entre candidatos presidenciales y las encuestas de opinión comenzaron a utilizarse como herramientas de campaña y pese al poco tino de sus pronósticos siguen en vigor, aunque solo sea como instrumento para desorientar y sembrar dudas entre la ciudadanía ¿con esa “ventaja” ¿para qué votar? No negamos la importancia y utilidad de una encuesta de consulta ciudadana en tiempos electorales, solo enfatizamos su uso discrecional para desconcertar al adversario, lo cual politiqueramente está permitido. Porque ayer se publicó una encuesta relativa al devenir de las precampañas en las nueve entidades que cambian poder ejecutivo, según esa consulta MORENA ganaría en seis de las entidades en litigio, y pelea en las otras tres. Entre las primeras incluye a Veracruz, donde supone una ventaja de dos a uno de Morena respecto a la coalición opositora. ¿Alguien medianamente enterado podría dar crédito a semejante “consulta”? Porque la realidad nos informa de un palenque electoral entre un político de amplia trayectoria y una dama de origen zacatecano investida como candidata en Veracruz, de entrada, esa circunstancia serviría para desvanecer la veracidad de la referida encuesta. Pero una elección se gana con votos, y si en Veracruz la ciudadanía sale a votar el pronostico no requiere de encuestas.
El abstencionismo y las encuestas
Por Alfredo Bielma Villanueva