Columnistas

No hay democracia sin partidos políticos y participación ciudadana

Por Alfredo Bielma Villanueva

Está en la esencia de toda democracia la irrevocable participación de los partidos políticos en el proceso de integración de sus órganos de gobierno, ya para elegir al jefe de Estado y de gobierno, ya para elegir a los representantes populares integrantes del Poder Legislativo, y en el orden federativo a los gobernadores y ayuntamientos. Por estos considerandos resulta vana la hipótesis de un proceso electoral sin el concurso de esas organizaciones políticas, que en México la discordia ha satanizado atribuyéndoles todos los males que aquejan al país, principalmente al PRI, aunque esto último sería solo una moda perdurable si este partido reencarnara en el poder con fuerza similar a la de antaño. Por ahora Morena permanece en el usufructo del Poder político, por ese motivo posee el atractivo de un panal de abejas, marca la pauta y presume de ser diferente, nada nuevo bajo el sol porque así lo asumieron en sus respectivos tiempos el PAN y el PRD. La democracia se alimenta y desarrolla en la pluralidad, reflejada en la ideología y acciones de los partidos, en esa diversidad de pensamiento político manifiestan sus respectivas formas de actuar.

Si volteamos hacia el entorno veracruzano podemos advertir el interés del candidato al gobierno estatal postulado por el Frente opositor, José Yunes Zorrilla, en destacar que la labor oposicionista debe encontrar anclaje en la participación ciudadana, sin demérito de su confluencia con los partidos políticos que son la vía para canalizar la voluntad ciudadana. Yunes Zorrilla es un ciudadano que aspira a gobernar a través del voto democrático, pero para cristalizar ese anhelo requiere del concurso de un partido político o de una Coalición, que en este caso integran el PAN (cuyo proceso interno para definir la candidatura aún no concluye), el PRI y el PRD. Producto de la polarización en que está sumergida la actividad política del país, los bandos en competencia se integran con tres fuerzas partidistas en cada lado, cada organización con sus respectivas características: en torno a Morena orbita por conveniencia existencial el Partido del Trabajo cuyo aporte de sufragios no es muy abultado, y el Verde Ecologista se asemeja y conduce como franquicia política, lo de ecologista es simple apodo. Por el lado de la alianza opositora, las circunstancias han obligado a conjugar una coalición partidista integrada por tres partidos cuya existencia se entiende y se explica a través de sus pronunciados desencuentros electorales, pero ahora el PRD lucha por su sobrevivencia y lo anima su discordia contra Morena por haberlo despojado de sus cuadros más destacados; en cuanto al PRI y al PAN, antagónicos por naturaleza, ahora los unifica su convicción de que en México y en Veracruz las cosas no van bien, a la vez recogen el sentimiento de una gran capa poblacional en el estado y el país inconforme con cuanto está ocurriendo en las diversas áreas de la convivencia social. Esa es la fortuna de nuestro México, poder resolver las diferencias por medio de la voluntad ciudadana, del voto emitido libremente. De allí la importancia de convertir esta contienda democrática en una de las más vigiladas para evitar distorsiones perversas que alteren el sentido eminentemente democrático de la venidera elección.