Columnistas

En Salud, Dinamarca ya es utopía

Por Alfredo Bielma Villanueva

Es lamentable el estancamiento del sector salud mexicano y, pese a que durante cinco años el presidente López Obrador nos infundió la esperanza de alcanzar niveles de excelencia en dicha área de la administración pública, a estas fechas nos invade la terrible sospecha de no poder cristalizar esa divina ilusión. Pero esa percepción no es infundada porque encuentra anclaje en la realidad de muchos de los hospitales y Centros de Salud que han pasado a los dominios del IMSS-Bienestar donde se atenderá a la población económicamente más vulnerable de la nación, ya que la mayoría se encuentra en condiciones bastante deterioradas. Para comprobarlo bastaría con visitar en Veracruz algunas unidades de salud periféricas ya incorporadas al IMSS-Bienestar, en las cuales el denominador común es el desabasto de medicinas e insumos médicos, así como de médicos especialistas.

Por este antecedente podemos explicar nuestro pesimismo, pero por si tal condición no fuera suficiente, asombra la tozudez del presidente en reiterar la meta de contar con servicios de salud equivalentes al de los Países Bajos sin que haya constancias firmes en nuestra realidad. Ya solo quedan 8 meses a la actual administración y apenas el 21 del mes en curso el presidente aseguró: “En marzo tenemos resuelto el tema de la salud pública, vamos a tener funcionando el mejor sistema de salud pública del mundo aunque se burlen mis adversarios”, fue su categórica afirmación, la número 39 en el mismo sentido. En 2018 ofreció que a mitad de su mandato tendríamos “un sistema de salud pública de calidad y garantizando atención médica y medicamentos gratuitos”. Y en abril de 2019 señaló que la promesa se lograría en 3 años. Pero en enero de 2020 alargó el plazo para el 1° diciembre de ese año cuando ya funcionaría un sistema de salud con calidad y medicinas gratuitas, “como en Canadá o Reino Unido”. Vino la pandemia, pero en diciembre de 2022 ofreció que “a más tardar” a fines del 2023 ya contaríamos con un sistema de salud pública “como el de Dinamarca”. El 28 de febrero del año en curso López Obrador reafirmó que “este año vamos a tener concluido este sistema de salud universal, eficaz y gratuito. Sigue en pie lo de Dinamarca”.  Pero para mayo de 2023, la promesa pasó a “antes de concluir el mandato”. Un mes después, el 20 de junio de 2023 el presidente volvió a mencionar que antes de concluir el año iba a estar funcionando el nuevo sistema de salud. Pero el 26 de septiembre del presente año volvió a posponer la fecha, ahora  la meta se alcanzará en marzo de 2024. Ese sostenido diferimiento de la muchas veces referida meta provoca desasosiego, porque en las actuales circunstancias mantener una expectativa tan elevada, por muy noble y ambiciosa que sea, implica el riesgo de un sonado fracaso, que nadie lo desea porque lleva inherente una amarga desilusión social.