En la memoria de los nacidos en el siglo XXI en nuestro país ya no reside la nostalgia acerca del Tren de pasajeros que casi todos los de la Tercera Edad guardamos con profunda melancolía, es explicable porque desde 1995 el presidente Zedillo decretó su desaparición del escenario nacional debido a su onerosa gravitación sobre las finanzas públicas a causa de su nula rentabilidad, fenómeno que se replica en cualquier país donde funcionan porque requieren de subsidios gubernamentales para seguir operando. En nuestro país hay una red de 20 mil kilómetros de vías férreas concesionadas para utilizarlas con ferrocarriles de carga, obteniendo jugosas ganancias. Ahora, quizás por nostalgia, o por crear una opción de transporte de bajo precio, o por mera ocurrencia, el presidente López Obrador publicará el lunes 20 un Decreto para reactivar el ferrocarril de transporte de personas, para entrarle a ese “negocio” tienen mano los actuales concesionarios de las vías férreas, en caso omiso serían otros inversionistas, y si nadie responde a la oferta el gobierno se hará cargo, es decir en cada presupuesto anual se destinará una partida para el mantenimiento del servicio. Las rutas serían: México–Veracruz–Coatzacoalcos; Tren Interurbano AIFA-Pachuca; México- Querétaro-León- Aguascalientes; Manzanillo-Colima-Guadalajara-Irapuato; México–San Luis Potosí–Monterrey–Nuevo Laredo; México–Querétaro–Guadalajara–Tepic–Mazatlán–Nogales; y Aguascalientes- Chihuahua-Ciudad Juárez. Actualmente, el gobierno Federal ya carga con la administración del Tren Maya y del Interoceánico Coatzacoalcos- Salina Cruz, operados por la Defensa Nacional y la Marina, de concretarse su intervención en las citadas rutas habrán de ocuparse también de reducir el elevado índice de asaltos y vandalismo que sufre el transporte de carga, será una raya más al tigre. A propósito, acá en la aldea veracruzana el gobernador Cuitláhuac García intento sin éxito la ejecución de un Proyecto de Tren Interurbano que partiría de Rafael Lucio hacia Xalapa y Viceversa, en 2019 informó que ese proyecto ya se había presentado a la Secretaría de Comunicaciones y se andaba en busca de inversionistas, finalmente nada se hizo porque ningún capitalista levantó la mano para arriesgar su dinero, y fue el presidente López Obrador quien terminó por desalentar la idea porque- dijo- sería una obra que no se concluiría en el actual periodo de gobierno. Ese proyecto fue mordazmente comentado en la capital veracruzana porque no se le encontraba ni pies ni cabeza. Por inercia propia, la idea abortó y nunca más ni por asomo ha vuelto a sugerirse. Para el bien de todos.
El Tren, la nostalgia y la ocurrencia
Por Alfredo Bielma Villanueva