Columnistas

Sheinbaum arranca en Veracruz

Por Alfredo Bielma Villanueva

Los movimientos en cada uno de los frentes electorales revelan la intensa actividad subyacente en cada bando porque en verdad no es poco lo que está en juego: la presidencia de la república, 8 gobiernos estaduales, la Jefatura de Gobierno de la CDMX, 500 diputados federales, 128 senadores, 30 Congresos locales y más de mil ayuntamientos. Ese gran universo de opciones genera el diseño de estrategias al interior de los partidos que participan en la contienda: El Frente Juntos hacemos historia (Morena, Pt, Verde Ecologista), el Frente Amplio por México (PAN, PRI, PRD), Movimiento Ciudadano, y en Veracruz Fuerza Por México. En esa agenda, en muchos sentidos Morena va a la vanguardia porque su candidata Claudia Sheinbaum registrará su precandidatura el domingo próximo y el lunes 20 del mes en curso arranca su pre campaña en Boca del Río, un significativo gesto político al cual es posible aplicarle algunas lecturas: reconocimiento al abierto respaldo que Cuitláhuac García dio a su aspiración por la candidatura de Morena, la mutua simpatía con la candidata al gobierno, Rocío Nahle (porque, además, ni en Chiapas, ni en Morelos, ni en la CDMX su madrinazgo logró candidaturas), y obviamente, porque Veracruz representa el cuarto padrón electoral más numeroso del país, etc. Mientras, como si todo estuviera en jauja, el Frente Amplio por Veracruz permanece en la tarea de deshojar la margarita para dar a conocer el nombre de su abanderado.

Pero al interior de Morena no todo es miel sobre hojuelas, porque la declaración de Marcelo Ebrard relativa a su permanencia en Morena ha despertado reacciones encontradas. No tardó Claudia Sheinbaum en aclararle al ex canciller que en Morena no están contempladas las corrientes políticas porque los estatutos las prohíben, es decir, le aclara a Marcelo que no representa “la segunda fuerza” en su partido, tal como lo declaró el lunes pasado. Así las cosas Marcelo podría convertirse en una piedra en el zapato de su partido, si quien allí manda no pone antes un hasta aquí a los motivos de la discordia. En ese contexto, a Marcelo le llueve sobre mojado, porque su reaparición y reincorporación a las labores de su partido ha motivado severo repudio entre simpatizantes y no pocos de quienes lo catalogaban como un animal político de excelencia, por considerar indigna su actitud “de sumisión” ante Claudia Sheinbaum. El tiempo develará cuán errónea o acertada es la estrategia de Ebrard, pero en cuanto a su actual actitud, y solo como intento de explicarla, debemos recordar que en política no militan santos ni damas de la caridad, que en esa actividad quien carga con demasiados escrúpulos lleva desventaja. Conste, ni por asomo es justificación al proceder de Marcelo Ebrard, y para nada nos corresponde adoptar la postura de jueces espontáneos, no obstante, lo de Ebrard constituye un interesante caso para los investigadores de la ciencia política, e incluye la interrogante de mil respuestas ¿el fin justifica los medios?