Columnistas

Marcelo, como espada de Damocles

Por Alfredo Bielma Villanueva

Los actuales han sido días difíciles para Claudia Sheinbaum, porque apenas en el arranque de su precampaña hacia la presidencia de México ha tenido que lidiar con la percepción pública relativa a su menguada fuerza política, como lo ilustra el hecho de no haber podido sostener la candidatura de Omar García Harfuch a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, en un episodio donde el principal protagonista, el presidente de la república le recordó que lo del bastón de mando fue solo un gesto simbólico porque como Gran Tlatoani sigue siendo la fuente de todo poder político en su partido, y en esa condición quita y pone candidaturas, la de ella inclusive. Y con esa pesada carga de realidades tiene que lidiar la candidata de Morena a la presidencia de la república porque son inferencias que llevan el mensaje inherente de una posible trascendencia de AMLO más allá de su periodo constitucional, tal cual lo pensaron sin alcanzar éxito real no pocos de sus antecesores.

Por si no bastara, Marcelo Ebrard reaparece anunciando su permanencia en Morena, donde, asegura seguirá luchando por nuevas formas de hacer política, porque “yo siempre tendré en mente llegar a la candidatura a la presidencia porque creo que puedo”. El ex canciller Informa que ha dialogado con Claudia Sheinbaum, ahora que la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena reconoció irregularidades durante el proceso para la candidatura y “y por primera vez en la historia de Morena se van a sancionar”; ese dictamen, dice Marcelo, lo convenció para permanecer en Morena. Haya sido como haya sido, el ex canciller sigue su militancia en su partido, no sin enfatizar que “si nosotros somos la segunda fuerza dentro de Morena, de acuerdo a las cifras oficiales debemos ser tratados como tales”, o sea, aunque no lo afirma, subliminalmente alude a lo de la candidatura al senado de la república. La historia es fuente inagotable de experiencias, a cuyo aprendizaje es posible sacar provecho: Marcelo Ebrard vivó muy de cerca el episodio de cuando en 1993 su mentor, Manuel Camacho, se inconformó por no haber sido el “destapado” por el presidente Salinas de Gortari como candidato presidencial y con esa actitud de inusitada rebeldía desestabilizó la candidatura priista, de allí que cuando victimaron a Colosio, a la vez, la bala asesina perforó y desfondó la frustrada aspiración de Camacho. Sin duda, fue una experiencia bien asimilada por Ebrard, porque ahora, con su procedimiento conciliatorio sigue en la jugada haciendo el uno dos con Claudia Sheinbaum, a quien viene bien ese insumo de experiencia, aunque posiblemente le inquieta la confesión de Marcelo: “yo siempre tendré en mente llegar a la candidatura a la presidencia porque creo que puedo”.