XXXI Domingo ordinario
“Lámpara es tu Palabra para mis pasos, una luz en mi sendero”
Sal 119, 105
El evangelio que escucharemos este domingo (Mt 23, 1-12), es la introducción a un extenso discurso de condena, que Jesús pronuncia contra los líderes religiosos del pueblo de Dios, como consecuencia de un largo enfrentamiento con ellos. El evangelista no se refiere exclusivamente a los escribas y fariseos de su tiempo, sino que sirviéndose de esta polémica, llama la atención e intenta desenmascarar actitudes, reales o posibles de la misma comunidad cristiana.
No pensemos que los fariseos eran falsos y superficiales, todo lo contrario. Los fariseos era el grupo de los “separados” de todo lo impuro, eran piadosos y observantes de la ley de Dios. Con la denuncia que hace Jesús de los escribas y fariseos, lo que está en juego son dos formas de entender la vida, la religión, el acceso a Dios, la comunidad. Una es la de la soberbia y el egoísmo y otra es la del servicio y la caridad.
La primera parte de este discurso, Mt 23, 1-7, es un dura crítica a los escribas y fariseos, pero a través de ella se dice a los discípulos lo que no se debe hacer. Cuatro son los vicios que Jesús critica y pone al descubierto: La incoherencia, la doble moral, la hipocresía y la vana ostentación.
LA INCOHERENCIA. “No hacen lo que dicen”. Es la misma acusación que les había hecho a través de la parábola de los 2 hijos (Mt 21, 28-31). El evangelista es el que más insiste que no son las palabras las que cuentan, sino los hechos, “el árbol se conoce por sus frutos”.
DOBLE MORAL. “Cargan fardos insoportables a la gente, pero ellos no mueven un dedo para ayudarles”. Los fariseos se autocomplacen en su propia moral externa y vacía, mientras agobian y culpabilizan a la gente con el peso de la ley.
HIPOCRECÍA. Usan filacterias (cíntas) más anchas y borlas más vistosas con el único objetivo de ser vistos, sin que los demás les importe. Más adelante les dirá que son sepulcros blanqueados.
VANA OSTENTACIÓN. Les gustan los primeros puestos y que los demás los reverencien.
En un clima claramente polémico, Jesús critica los aires de grandeza, superioridad e incoherencia de los escribas y fariseos. El evangelista insiste en estos vicios muy probablemente porque en su comunidad empezaban a aparecer estos signos, por eso dice “No hagan lo que ellos hacen”.
La segunda parte del texto bíblico proclamado (Mt 21, 8-12), dibuja el rostro del verdadero discípulo, el rostro de la comunidad y de toda la Iglesia. ¿Cual es el tipo de comunidad que propone este texto evangélico? Es una comunidad que debe caracterizarse por ser: fraternal, cristocéntrica y servicial.
FRATERNAL. En la comunidad cristiana no deben buscarse los honores ni los reconocimientos. Todos tenemos la misma dignidad porque somos hermanos. Lo único que debemos buscar es servir a los demás y no servirse de los demás.
CRISTOCENTRICA. Nuestro único maestro y Señor es Jesús el hijo de Dios. Él es nuestro salvador y Señor. Todos los demás estamos para servir.
SERVICIAL. “El más grande entre ustedes será el que sirve”. El que tiene más autoridad es el que sirve.
Por la tanto, la imagen de comunidad que San Mateo nos presenta en el evangelio de este domingo es Que EL ÚNICO SEÑOR PARA NOSOTROS ES CRISTO EL HIJO DE DIOS Y todos los miembros de la comunidad somos hermanos y la forma de tener autoridad es el servicio.
Una de las tareas que tenemos en la Iglesia es encontrar nuestro lugar como servidores de forma fraternal y corresponsable para construir el reino de Dios. A quien se le concede una función o una responsabilidad en la comunidad la debe ejercer con humildad, no considerándose el centro o la referencia absoluta para los demás sino el que con su palabra, sus actitudes y comportamiento coherente nos recuerda quien es el único maestro y el único padre. Si en algo tenemos que distinguirnos dentro de la Iglesia es en el servicio.