Columnistas

Huracán “Otis” el inesperado invitado electoral

Por Alfredo Bielma Villanueva

Por si no bastaran a los adversarios de la CuartaT los ya innumerables expedientes, útiles para ser aprovechados como misiles electorales, ahora el devastador huracán “Otis” que dañó severamente a Acapulco agrega otro elemento al arsenal acumulado, por cuanto a la forma en cómo enfrentará el gobierno federal la recuperación de uno de los puntos turísticos de atractivo internacional con su correspondiente cuota de divisas. Contribuye a esa narrativa la imagen de un presidente atascado en el lodo a causa de la improvisación y la imprevisión que dieron lugar a esa eventualidad. De entrada, se resucitará la crítica por haber desaparecido al Fonden, que en casos como este reaccionaba con prontitud y eficiencia, pues al menos se notaban los apoyos inmediatos en tanto se diseñaban los programas para la recuperación. Este es solo un adelanto, expresado de manera trágica, de las reconvenciones que más adelante se irán formulando, por ejemplo, en el caso del aeropuerto Benito Juárez que indudablemente seguirá demostrando su creciente insuficiencia para atender la demanda en aumento, y que el aeropuerto Felipe Ángeles con sus dos pistas no alcance a convertirse en una alternativa suficiente, como sí lo hubiera sido el interrumpido aeropuerto de Texcoco (seis pistas), cuyo funcionamiento hubiera ocasionado el inmediato cese de operaciones del Benito Juárez.

“Otis” pone a prueba y examen de suficiencia al gobierno de México, que en lo sucesivo ya en la ruta de la despedida tendrá en Dos Bocas y el Tren Maya asuntos de gran envergadura, no solo por sus dimensiones sino por el elevado costo de su construcción, que necesariamente en momentos de la evaluación tendrán que demostrar un beneficio equivalente a su gasto exorbitante. Se trata de un fenómeno nada nuevo, porque tal ocurre cuando un gobierno está a punto de concluir su periodo, aunque en el caso de México adquiere relevancia por la inminencia de una posible alternancia que venga a barrer para atrás, y no como sucedía en tiempos del PRI hegemónico cuando las transiciones del mismo partido permitían el “borrón y cuenta nueva”. El devastador “Otis” no parece haber caído “como anillo al dedo”, tal cual se dijo inexplicablemente al inicio de la pandemia provocada por el Covid-19, por cierto, un expediente más porque en nuestro país resultó tan mortífera que rebasó en por lo menos 10 veces el “escenario catastrófico” que nos anunció el innombrable doctor López Gattel.