Columnistas

Del “nuevo” PRI a la CuartaT

Por Alfredo Bielma Villanueva

Enrique Peña Nieto inicio su mandato presidencial el 1 de diciembre de 2012, con amplias expectativas porque el PRI volvía al podio del poder ocupando la presidencia de la república después de doce años de gobiernos panistas, se trataba de saber si en ese lapso fuera del Poder Ejecutivo el PRI, los priistas habían aprendido la lección o se iniciaba el camino hacia la restauración del más de lo mismo que había imperado durante los 54 años de presidentes surgidos de ese partido. En 2011, arribó a la presidencia nacional del PRI el exgobernador de Coahuila Humberto Moreira, quien de inmediato se decantó por la precandidatura de Peña Nieto a la presidencia de la república promoviendo la idea de un renacimiento priista, pero fue efímera su dirigencia y tal vez fue el presagio de todo lo que vendría más tarde, pues fue acusado de endeudar a Coahuila y de malversación de fondos. En 2013, ya presidente, Peña Nieto se tomó una fotografía con los gobernadores de su partido, buen número de los ejecutivos locales que allí aparecen pagan con cárcel los desmanes cometidos al frente de sus respectivas encomiendas, Duarte uno de ellos. Fue como la Caja de Pandora de la que una vez abierta brotó el pus de la corrupción, después vino la Casa Gris, Ayotzinapa y ya nada fue igual. Si nos disponemos a encontrar las causas del por qué ganó la presidencia López Obrador, en el periodo de gobierno de Peña Nieto (2012-2018) encontraremos algunas de sus fuentes.

Ya han transcurrido cinco años del gobierno encabezado por López Obrador, quien enarbola la campaña “contra la corrupción y los privilegios”, durante ese periodo ni la corrupción ni la impunidad han cedido, por el contrario, pese a la opacidad reinante se ha documentado que las malas artes para mordisquear el presupuesto siguen imperando. Ciertamente, debido al iterativo discurso presidencial refiriendo los desarreglos “de gobiernos anteriores” se ha instalado en la conciencia colectiva que en la actualidad ya se está cambiando para vivir en un mundo mejor, lamentablemente en ese caso adquiere puntual vigencia aquello de que un pesimista es un optimista bien enterado. No obstante, debemos coincidir que, respecto a la forma de hacer política existe una notable diferencia, pues los priistas se ajustaban a una férrea disciplina en cabal apego a la consigna, coloquialmente tragaban sapos, pero se alineaban; en cambio, la metodología política en la CuartaT, quizás por los resabios tribales, les permite disentir abiertamente y señalar los puntos negativos del adversario, así lo podemos constatar cuando Manuel Huerta, precandidato al gobierno de Veracruz, señala sin tapujos que en la entidad no se ha interpretado a cabalidad el proyecto cuatroteista. En actitud similar se escuchó decir a Citlalli Navarro ante periodistas de la ACOVER que no coincidía con la implementación de políticas públicas en el gobierno de esta entidad; si bien milita en el Partido del Trabajo, es manifiesta la sinergia de ese partico con Morena. Dijo más al reconocer que en Veracruz la inseguridad pública no ha disminuido. Por cierto, por su carácter echado para adelante, por su grado de comprensión de la problemática nacional y su visión relativa a cómo atender los graves problemas nacionales, Citlalli Navarro sale del común denominador de la ecuación del 10 por ciento de capacidad y 90 por ciento lealtad. Shakespeare escribió en Hamlet: “algo está podrido en el estado de Dinamarca” y la pone en boca de Marcelo, pero para evitar malos entendidos, mejor parafraseamos: “no todo está podrido en Dinamarca”.