Columnistas

Tanto mundo, tanto espacio y coincidir

Por Alfredo Bielma Villanueva

Dentro de las muchas ocurrencias de Fidel Herrera siendo gobernador (“gobierno itinerante”, “gobierno cercano a la gente” etc.) se encuentra la frase de “vamos bien y viene lo mejor”, alusiva a sus presuntos buenos resultados de gobierno y a la vez pavimentándole el camino a Javier Duarte de Ochoa para convertirlo en su sucesor, a quien entregaría el poder acompañado con la virtual cláusula en cuya médula se estableció cubrirle la montaña de desarreglos económicos y administrativos, lo cual Duarte cumplió con tal esmero que la inercia misma terminó por devorarlo junto a otros de su voraz equipo que con la cárcel pagan las consecuencias. Lo más lamentable radica en la monumental mentira, porque ni íbamos bien ni llegó lo mejor en Veracruz, pues el sucesor Duarte de Ochoa, neófito en asuntos de la cosa pública y buen discípulo de su maestro, bien entrenado en el uso patrimonialista del poder, se convirtió en la Caja de Pandora de Veracruz, que una vez abierta los males se han expandido por todo el territorio: pobreza extrema, desigualdad social, quebrantos de salud desatendidos, desempleo, el campo en  ruinas, infraestructura carretera de las peores en el país, inseguridad al tope, y muchos etcéteras más.

En eso Manuel Huerta toma base para advertir a la militancia estatal de su partido acerca de “ex priistas que ahora vestidos de verde pretenden subirse al tren de Morena, cuando fueron los causantes de la tragedia económica, social y de seguridad que vive la entidad”. Pero el obús disparado por el ex Delegado Federal también incluye a otros destinatarios, al menos así se percibe cuando se lee entre líneas sus declaraciones cuando exhorta a “acelerar la transformación que algunos gobernantes no entendieron y que mantiene a algunas regiones del Estado sumido en la desigualdad, la marginación, la pobreza y la falta de desarrollo”. Para comprender el sentido de esto último no se requiere de mucha malicia pues en tiempos electorales los decibeles suben aceleradamente de tono al grado de asimilarse con el canibalismo político entre los contendientes del mismo bando. Los motivos de Huerta para adoptar esa actitud beligerante pudieran localizarse en su ahora extraña circunstancia política, empezando porque es el único de los pretendientes a la candidatura de Morena al gobierno estatal que renunció a su puesto, en contraste, ni Rocío Nahle, ni Eric Cisneros o Zenyazen abandonaron sus respectivos encargos. Es curioso, porque cabe la interrogante acerca de si Manuel Huerta no dio lectura correcta a los prolegómenos de la contienda en proceso, o quienes no renunciaron mantienen actitud de prudencia porque nadie les ha asegurado la candidatura. Pero, entonces ¿a Huerta sí y por eso renunció? Tampoco, porque en ese caso convocaría a la unidad y no embestiría como lo hace. En fin, lo que se advierte en Morena es incertidumbre entre los pretendientes y en una de esas ni Cuitláhuac García está enterado de lo que ocurre entre bastidores allá en el centro de las decisiones. Nada nuevo, porque en tiempos priistas los gobernadores se enteraban después de que el Secretario de Gobernación o el presidente del PRI comunicaban al agraciado que “los sectores del partido lo querían postular para gobernador”.