Columnistas

Ciudadanos o políticos

Por Ángel Álvaro Peña

ALMA GRANDE

La política en México está tan desprestigiada que una corriente de la sociedad ahora considera que lo mejor sería que alguien sin pertenecer a partido alguno, sea candidato para los puestos de elección popular, pero si los políticos de carrera comenten errores por no conocer el límite de sus atribuciones, no puede exigírsele a un ciudadano común, es decir a una persona sin provenir de un partido, que sepa cuántos artículos tiene la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos si su educación es marginada de la vida pública.

Nuestro país tuvo la mala costumbre de crear una especie de capilla hermética donde la política se llevaba a cabo como si fuera una actividad para iniciados o de especialistas en algún tema. La situación que vive el país habla de la poca preparación política de los funcionarios públicos de todos los tiempos.

La intención de depurar esos errores la colocan en la responsabilidad del ciudadano, sin afiliación partidista, quieren hacer ciudadano el INE, el Poder Legislativo y ahora hasta la Presidencia de la República, como si hubiera en México una preparación política en la escuela. No la hay.

Para ejercer el periodismo debe saber el comunicador redactar, el médico curar, el ingeniero calcular y medir materiales, su resistencia y cualidades. Ahora quieren abaratar, aún más este ejercicio para sacar de la política a los políticos, quienes ni siquiera tienen como requisito capacitarse antes de ser candidatos a puestos de elección popular.

Se habla de la necesidad de que haya simples ciudadanos candidatos, es como si se dijera que los dentistas se dedicaran a construir casas y los arquitectos a curar las caries. Mejor pensar en que el conocimiento, teoría y práctica de los políticos se escondió como si se tratara de una ciencia oculta y debe empezar a dársele un lugar para toda la sociedad dentro de la educación. Mostrar a los mexicanos desde niños las ideas para la comunidad sin favorecer ninguna, pero mostrarlas a plenitud.

La degradación de la política se debe al mal ejercicio de los políticos, así como la degeneración de los periodistas se debe a los excesos de los comunicadores. Pero nadie puede culpar a un gremio de su falta de preparación sino al sistema que los erige como servidores públicos y los elige como legisladores, presidentes municipales o Presidentes de la República.

Hay vicios que hay que exterminar en todos los partidos, como la corrupción, el amiguismo, el compadrazgo, el favoritismo, la falta de equidad, etc. Pero esto no implica que cualquiera pueda ser un representante social. Por muchos años la administración pública estuvo en manos de los abogados, así los presidentes eran producto de la educación pública que arrojó la evolución, pero se distorsionó el servicio a la comunidad cuando llegaron los tecnócratas a lucir sus materias y doctorados en el extranjero como muestra de superioridad total y los resultados están en los hechos. El desastre creció y con ello el descontento social.

El secretario de Estado del vecino país del norte, de 1915 a 1920, Robert Leasing había dado una profecía, en esos años al decir que no era necesario invadir México militarmente, “para dominar a México bastaba con controlar a su Presidente. El camino más seguro, aunque un poco más lento, era abrir “a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de [sus] universidades y educarlos en el modo de vida americano, en valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos”.

Estas profecías pueden quedar atrás con mexicanos preparados para la política, ciudadanos que conozcan las leyes y la historia, que son pocos quienes así se capacitan.

Convocar a ciudadanos sin partido en un sistema de partidos a las candidaturas no sólo habla de la falta de cuadros que todo partido debe tener por obligación, sino estar supeditaos a ocurrencias de una persona que tiene en la política sólo una chamba más sin vocación de servicio sin sensibilidad social.

PEGA Y CORRE

Morena y aliados aprobaron en la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados extinguir un privilegio más de la Suprema corte de Justicia, acabar con 13 fideicomisos con alrededor de 15 mil millones de pesos… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.