Cientos de partidarios y opositores del gobierno de Eritrea se enfrentaron en Tel Aviv en una de las luchas callejeras más violentas entre solicitantes de asilo y migrantes africanos en años. La confrontación dejó al menos 150 personas heridas, incluyendo 15 en estado grave.
Durante los enfrentamientos, los manifestantes utilizaron maderas de construcción, trozos de metal, piedras y hasta un hacha. Estos disturbios se desarrollaron en un barrio del sur de Tel Aviv donde residen aproximadamente 25,500 solicitantes de asilo.
Los disturbios también incluyeron actos de vandalismo, como la ruptura de escaparates y ataques a vehículos de la policía, lo que resultó en escenas de violencia y sangre en las calles. Algunos manifestantes quedaron heridos gravemente.
La policía israelí intervino utilizando equipo antidisturbios, incluyendo gases lacrimógenos, granadas aturdidoras y munición real. Los oficiales a caballo intentaron controlar a los manifestantes, quienes rompieron barricadas y lanzaron piedras a los agentes. La policía alegó que recurrió a la munición de guerra cuando sintió que sus vidas estaban en peligro.
Las autoridades médicas de Israel informaron que más de 114 personas recibieron tratamiento por heridas, incluyendo aproximadamente 30 agentes de policía y tres manifestantes que fueron alcanzados por disparos de la policía. Además, se reportaron 39 detenciones.
Los enfrentamientos se originaron durante un evento organizado por la embajada de Eritrea para conmemorar el Día de la Revolución el 1 de septiembre, que celebra el inicio de la guerra de independencia de Eritrea contra Etiopía en 1961. Eritrea ha estado bajo el gobierno de Isaías Afewerki desde 1993 y ha sido criticada por graves abusos a los derechos humanos. El país también enfrenta sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea.
Los solicitantes de asilo en Israel alegan que temen por sus vidas si son deportados a Eritrea. La policía indicó que se otorgaron permisos para celebrar eventos separados a partidarios y opositores del gobierno eritreo, con el compromiso de mantenerse alejados unos de otros. Sin embargo, estas promesas no se cumplieron, lo que resultó en los enfrentamientos violentos.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció que convocaría una reunión para discutir posibles medidas contra los participantes en los disturbios, incluyendo deportaciones, a quienes se refirió como “infiltrados ilegales”.