Columnistas

Los indolentes

Por José Antonio Medina Aguilar

PIENSO, LUEGO ESCRIBO

Por Akiles Boy*

El campo mexicano, con sus paisajes y circunstancia social, ha sido inagotable filón para los creadores. Los ha entregado con nobleza a los artistas, para después ser puestos en una atractiva vitrina ante los ojos del mundo. Sus escenarios naturales, con la sorprendente riqueza y diversidad, desde siempre despertaron la inspiración de grandes talentos de la pintura y la literatura, como los gigantes del muralismo o el más icónico escritor de ficciones rurales, Juan Rulfo.

Auténticas imágenes de la campiña mexicana y sus pintorescos pueblos, también han sido captadas por emblemáticas producciones cinematográficas, en donde se delatan los principales rasgos de nuestra identidad, destacando la historia, tradiciones, costumbres y otros aspectos de la cultura nacional.

En relación con esa narrativa, en 1979 se estrenó en los cines de la República, la película Los Indolentes, dirigida por José Estrada, con un guion de Rubén Torres, Hugo Arguelles y el mismo director. En el reparto se reunió a grandes actores de esa época, Rita Macedo, Raquel Olmedo, Isabela Corona y Miguel Ángel Ferríz  para los roles principales. La cinta fue premiada con el Ariel de Plata, por mejor guion cinematográfico.

En el argumento, se narra la historia del atribulado final de los Alday, la familia de un próspero hacendado durante la dictadura Porfiriana, una de las afectadas por la reforma agraria del Presidente Lázaro Cárdenas, que solo lograron conservar una vieja casona, convertida en el único refugio del decadente clan, que se niega, en medio de la fatalidad, a asumir su nueva posición social.

El dramatismo impera en la historia de principio a fin, la vida de los tres personajes centrales tiene las marcas del abandono, del odio al gobierno que los despojó de sus propiedades, y de su férrea resistencia a luchar por recuperar su perdida prosperidad. Deambulan por la derruida casona sin más ánimo que el necesario para sobrevivir.

En otro ángulo, se percibe en el contenido, la intención de hacer una crítica social a la situación del México de los cuarentas y cincuentas del siglo pasado, época de cruciales acontecimientos y profundas transformaciones en el País, durante los últimos gobiernos encabezados por militares y el ascenso de los civiles al poder.

Con un poco de imaginación y extrapolando o trasladando ese pasaje del pasado al presente, nos damos cuenta de la certidumbre de la frase la historia es cíclica. Los personajes del guion, avasallados por la penuria y la tristeza, caen en la más terrible indolencia, aceptando su trágico destino y exhibiendo su indisposición y falta de capacidad para adaptarse a una nueva realidad.

Siguiendo esa línea, no se puede ocultar, por los registros de la historia nacional, que los gobiernos posrevolucionarios y consecuentemente los emanados del antiguo partido oficial, crearon en forma paulatina, también de manera persistente y consciente, un sector, grupo o casta de privilegiados, una robusta elite de poder  político y económico, que se hizo del dominio territorial y las riquezas del País, asegurándose un contrato a perpetuidad.

Sin embargo, en estos tiempos, ante un inesperado cambio o giro evolutivo de la nación, detonado por un desolador panorama de injusticia, desigualdad social, corrupción e infame saqueo, ese conglomerado de afectados, despojados de sus canonjías, reducidos en sus espacios de poder, ahora, unos acusan indolencia, otros  conformidad deliberada, pero una buena parte,  desarrolla intensa actividad en la oposición y está en pie de guerra contra un régimen, que emprendió un proceso de transformación desde cuando reclamado y prometido, pero siempre diferido. Para la reflexión. Hasta la próxima.           

*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

*Miembro de la Red de Escritores por el Arte y la Literatura, A.C.