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En México, una campaña política es sinónimo de lavadero público

Por Alfredo Bielma Villanueva

Lo que hasta ahora conocemos acerca de quienes compiten por la candidatura presidencial es solo una parte insignificante de lo que saldrá a luz pública durante la campaña de proselitismo oficialmente reconocida, cuando cada grupo de partidos contendientes haga pública su respectiva candidatura, entonces el ventilador de las inmundicias se pondrá en pleno funcionamiento. Cuando esa etapa comience los ciudadanos de este país tendremos la tarea de hacer a un lado todo lo equiparable a un chisme respecto de lo realmente importante para saber bien a bien de qué está hecha la figura de cada candidato o candidata. En esa competencia abrupta de semblanzas personales ¿Qué podrá decirse de Claudia Sheinbaum o de Marcelo, en caso de ser uno de ellos candidato por Morena? ¿De Xóchitl, de Creel, de Elizabeth o de la Madrid, por el Frente opositor? No falta mucho para saberlo, pero en algunos hay más tela de donde cortar, principalmente de quien, como Ebrard, cuenta con mayor trayectoria en la cosa pública. Curiosamente, para Marcelo como para Sheinbaum la Línea 12 podría ser un expediente de campaña por aclarar debido a los cuestionamientos pendientes por aclarar. A Creel, quizás le recordarían el tema de la prolífica autorización para el funcionamiento de casinos otorgados durante el último año de la gestión de Fox; de Enrique de la Madrid, nada se supo sobre algún manejo turbio cuando fue titular de la Secretaría de Turismo, no obstante, si logra la candidatura presidencial, sin duda los buceadores de  información de “inteligencia” irán a fondo en su búsqueda en su intento por mermar al adversario. Una campaña política, debe suponerse, tiene como propósito central que cada pretendiente al voto ciudadano exponga sus planteamientos y proyectos de gobierno, queda para la incógnita si podrá cumplirlos o no, pero ese expediente es teme central de cualquier campaña de proselitismo. Si en los prolegómenos de la decisión postuladora advertimos el fuego granado orientado contra Xóchitl Gálvez, es porque le ven espolones para gallo, o gallina en este caso, tal situación nos permite inferir la magnitud de los obuses en su contra si logra la candidatura; pero, de no ser ella la abanderada del bloque opositor, las baterías se enfocarán por igual contra quien resulte candidato. Ese contexto forma parte de toda campaña política, y en el caso específico de nuestro país refleja el subdesarrollo político que aún no logramos superar, porque en contraste, a una ciudadanía madura, bien enterada y participativa, no se le engatusa con chismes de lavadero, antes bien demerita a quien lo intenta.  Bien se dice ¿quieres conocer hasta de qué se va a morir el vecino? hazlo candidato a un cargo público.