La etapa de evolución política que vive México incluye entre su común denominador destacadas variables, como la amplia participación de la mujer en asuntos de la cosa pública. Larga ha sido la lucha de la mujer mexicana en este rubro, lejos de cuando a iniciativa del presidente Alemán se reformó el artículo 115 constitucional en su fracción primera, publicada en el Diario Oficial del 12 de febrero de 1947, con el texto: “En las elecciones municipales participarán las mujeres en igualdad de condición que los varones, con el derecho de votar y ser votadas”, seis años después, el 17 de octubre de 1953, el presidente Ruiz Cortines cumplió su promesa de campaña otorgando la ciudadanía a las féminas para votar y ser votadas en todo tipo de elecciones; lo que se concretó en las del 3 de julio de 1955 cuando votaron por primera vez por diputados federales para la XLIII Legislatura. Han transcurrido décadas y paulatinamente la mujer mexicana ha venido accediendo a cargos públicos, ahora su participación es intensa y bastante numerosa, proponen y se les escucha, disponen y se les obedece. En tiempos de López Portillo, en 1979 en Colima, Griselda Álvarez fue la primera gobernadora, actualmente están a punto de darle vuelta a la tortilla y constituirse en una mayoría desempeñándose en cargos públicos, será en congruencia con su elevado porcentaje en el número de habitantes que tiene México y, por supuesto, a su capacidad para el desempeño en la gestión pública. En esas andamos para la venidera elección de 2024: en Morena Claudia Sheinbaum se ve perfilada para ser su candidata a la presidencia de la república, y de ganar esa elección convertirse en la primera presidenta del país; por el lado de la Alianza Va por México están compitiendo para ese encargo Beatriz Paredes, Lily Téllez, Xóchitl Gálvez y Claudia Ruiz Massieu, es decir, aumenta el grado de posibilidad de una mujer candidata a la presidencia del país. Para no ir más lejos, acá en la aldea es versión multicitada la participación de la Ing. Rocío Nahle, senadora con licencia y Secretaria de Energía y Minas en el gobierno federal, su nombre se apuntó a partir de su candidatura al senado, concediéndole amplia oportunidad para ser la candidata de Morena al gobierno estatal. Presumiblemente, su caso está estrechamente vinculado a la refinería de Dos Bocas y, se especula, que esa coyuntura pudiera ser su Waterloo o su catapulta hacia Veracruz; no la tiene fácil porque ese proyecto ha demandado un presupuesto acentuadamente desbordado de lo inicialmente establecido y en cuanto al tiempo de su terminación y funcionamiento ya sobrepasó el ofrecimiento presidencial, condición lógica y esperada porque así lo advirtieron quienes se especializan en ese tipo de obras: “ninguna refinería de esas dimensiones se construye con 8 mil millones de dólares en solo tres años”, no obstante así se anunció y he allí las consecuencias. No obstante, la candidatura de Morena al gobierno veracruzano está dentro de la órbita presidencial y será la voluntad de AMLO quien decida si será sea para doña Rocío, para Ahued, para Manuel Huerta o para Sergio Gutiérrez. Cualquiera de ellos que obtenga la candidatura deberá enfrentarse a políticos de trayectoria bastante sólida: José Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa y Julen Rementería, quienes pueden garantizar alcanzar una considerable fuerza competitiva si la Alianza tripartidista de oposición adoptare la estrategia electoral adecuada, y entonces, esa candidatura que actualmente solo se testerea y se ve de reojo estaría en punto de convertirse en objeto de dura disputa. El tiempo dirá su veredicto.
¿Mujer u hombre, para gobernar México y Veracruz?
Por Alfredo Bielma Villanueva