CAMALEÓN
Este día, los partidos agremiados en la Alianza Va por México (PRI, PAN, PRD) darán a conocer lo que ya se ha adelantado en torno al método a seguir para nominar su candidatura a la presidencia de México, no es un diseño muy original porque en ese ramo Morena se les adelantó con mucha antelación, pero debían hacerlo porque de esa manera atraen la atención de la opinión pública interesada en cuestiones de sucesión política y hacen sentir su permanencia e la trinchera, que no han arriado su bandera oposicionista. De ese modelo de participación oposicionista debe destacarse la beligerancia otorgada a organizaciones ciudadanas: “Unidos” con estrechos vínculos con el Frente Cívico Nacional encabezado por Guadalupe Acosta Naranjo; “Sí por México”, comandado por” Claudio X. González; “Une México”, de Juan Francisco Torres Landa; “Poder Ciudadano”, encabezado por Alejandra Latapí; “Unidos por México de Marco”, de Antonio Adame, y “Sociedad Civil México” de Ana Lucía Medina. La inclusión de esas organizaciones sugiere propósito de activar a diferentes sectores de la población incorporándolos a su proyecto opositor, y de paso restarle fuerza al argumento central de Movimiento Ciudadano cuyo postulado fundamental reside en privilegiar la participación ciudadana sobre criterios estrictamente partidistas. El requisito de recoger 150 mil firmas, aunque parece irrelevante y molesto, pudiera encontrar justificación en la necesidad de despertar del sopor a la ciudadanía mexicana, principalmente las insertas en las clases medias para interesarlas en el proceso electoral y su respectiva asistencia a votar. Si con este diseño metodológico relativo a su participación en la contienda electoral de 2024 Va por México consigue movilizar a sectores ciudadanos tradicionalmente abstencionistas en asuntos electorales, entonces quizás seamos testigos de un palenque político- electoral de mayúsculas proporciones en justo correlato con los cargos de elección popular en juego: la presidencia de la república, nueve gobiernos de entidades federativas, incluido el de la CDMX, 128 senadores y 500 diputados, la renovación de 31 Congresos locales (Coahuila, la excepción), elecciones municipales en 30 entidades federativas, un torneo electoral verdaderamente trascendente para la evolución política de México, y en cuyos resultados se encuentra el derrotero político inmediato del país, ni más ni menos.