Columnistas

Trilogía partidista busca un candidato

Por Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEÓN

El lunes, los partidos de la Alianza Va por México darán a conocer la metodología a seguir para sus candidaturas a la presidencia de la república y otros cargos de elección popular, ojalá no resulte como el “Parto de los montes” y vayan a salir con su domingo siete diseñando un Plan ajeno a las circunstancias. Según se ha adelantado, o “filtrado” como gustan en decir los del tono sibilino, el PAN, el PRI y el PRD acordaron privilegiar a grupos de la ciudadanía organizada amplia participación para decidir las citadas candidaturas, es decir, colocan en medio del pleito sucesorio al sector más importante de toda elección popular, quienes finalmente deciden el sentido de toda elección política. La expectación relativa a este tema se explica porque mientras en Morena llevan meses haciéndose escuchar por la opinión pública, la oposición se ha mantenido en actitud extremadamente discreta, salvo notas contraproducentes como la emigración de priistas hacia otros puertos y la desafortunada idea del millón de firmas para acceder a la candidatura presidencial en el PAN. En dos ocasiones durante  su ya larga vida, el Partido Acción Nacional ha experimentado fuertes crisis existenciales, una de las cuales le impidió no presentar candidato presidencial, tal cual sucedió en 1975 cuando por pugnas internas se abstuvo de participar en la campaña electoral de 1976, pues era abril de ese año de elección y aun acordaban quien sería su abanderado, pese a que el PRI a fines de 1975 había postulado a José López Portillo y andaba recorriendo el país sin competencia al frente. Es menester aclarar que el PAN de la actualidad ha adoptado posiciones diferentes a las de 1975, cuando bajo la dirigencia de Efraín González Morfín ponían fuerte acento en la doctrina, en vez de buscar el poder para implementar sus estrategias y programas de acción, es decir, adoptaba una existencia meramente testimonial, privilegiando “educar a la ciudadanía” para concientizarla sobre el acontecer mexicano y “decirle” al gobierno sus errores. Fue José Ángel Conchello quien puso el dedo en la llaga de la estrategia panista al proponer la postulación de Pablo Emilio Madero a la presidencia de la república, con fuertes nexos en la cúpula empresarial de Monterrey, la propuesta en contrario fue a favor de Salvador Rosas Magallón y cuando se votó Madero rebasó en votos a Rosas Magallón, pero después de cinco votaciones internas Madero nunca pudo alcanzar el 80% requerido. La fórmula mágica para terminar con aquella disputa fue la de no presentar candidatura panista a la presidencia, dejando así el campo totalmente libre al candidato priista José López Portillo, quien para no desaprovechar la oportunidad de hacer presencia priista de cualquier manera recorrió México en pos de un triunfo democrático para legitimar su elección. Para que el PAN iniciara su carrera hacia el poder tuvo que superar su segunda gran crisis interna,  cuando con la escisión y salida de integrantes del del Foro Doctrinario y Democrático en 1992, la dirigencia panista optó por un pragmatismo negociador, se abrieron las puertas al sector empresarial y los frutos de esa estrategia, adobada por un colaboracionismo rentable junto al PRI, la culminaron con la primera alternancia presidencial en el 2000, con Vicente Fox. Con Anaya a la cabeza, el panismo sufrió otra crisis interna en 2017-2018 que desembocó en la salida de doña Margarita Zavala y otros destacados cuadros del panismo, incluido el expresidente Felipe Calderón. Ahora, en el umbral de buscar una candidatura competitiva el PAN se acompaña de un PRD desvencijado y de un PRI cuya dirigencia está en entredicho y es poco confiable, y sin embargo, se mueven.