PIENSO, LUEGO ESCRIBO
Por Akiles Boy*
Don Liborio, fiel a su costumbre, se fue de madrugada a la parcela, con un raído sobrero en la cabeza, salió de la vivienda de adobe y teja de barro. Un morral y su machete eran suficientes, el primero para cargar su comida de mediodía, y el segundo le significaba seguridad y la indispensable herramienta de trabajo. De lunes a sábado caminaba hasta la milpa, sembrada de maíz y frijol negro, en esa tierra de temporal a la que no le fallaban las lluvias. La necedad y apego a sus raíces le obligaron a conservar ese patrimonio de sus ancestros. La mayoría de los agricultores vecinos, habían preferido vender y marcharse a la ciudad, otros emigraron buscando el sueño americano.
Pensativo, iban y venían en su mente ideas y situaciones. Muchos años soportando carencias, impulsando con dificultades a su familia y viviendo con la esperanza de los tiempos mejores. Parecía que el tiempo se había detenido, la evolución anhelada nunca llegó y el progreso se esfumó. Pasaron décadas y décadas de gobiernos revolucionarios para los que fueron invisibles, solo en temporadas electorales aparecían en las fotografías y en el recuento de votos aportados por el sector campesino.
Después, en el comienzo del siglo, el triunfo de otra fuerza política distinta a la que venía gobernando, despertó la enorme expectativa, nada menos que la oportunidad de cambiar el curso de la historia y la ofensiva realidad del País. Atraso, desigualdad, pobreza, corrupción e impunidad, los pasivos que tenían en quiebra social y moral a la nación. La promesa de subir al primer mundo fue otra vacilada que cayó por simple gravedad. El crecimiento y el desarrollo fueron una utopía.
Sin embargo, el mundo maravilloso, el México de una economía con rostro humano, ofrecido por el nuevo gobierno instaurado, tampoco se presentaron, en su lugar se prolongó y acentúo un modelo socioeconómico injusto y depredador, igual que los políticos, gobernantes y la oligarquía dominante, que para mantenerlo, siempre simularon que beneficiaba a las clases populares.
Doce años transcurridos, se dijo Don Liborio, sin percibir un cambio real en las condiciones del campo, cada vez más empobrecido y abandonado hasta por los propios productores, que salieron expulsados por la necesidad de sobrevivir, porque en el medio rural, la situación empeoraba por la falta de inversión y mejores condiciones para movilizar y comercializar sus productos. La corrupción seguía galopando sin freno, lo mismo que el saqueo de los recursos públicos y la contaminación ambiental, el río que pasaba cerca de sus tierras agonizaba, mientras que los caminos y carreteras que comunicaban a los pueblos y localidades, continuaban en ruinas.
Posterior a la docena trágica, en ese período se amplió más la brecha de la desigualdad, se evidenciaron más los despojos a la nación por propios y extraños, y afloró una clase política y empresarial rapaz que operaba sin control. Se abrió la ruta de esperanza y el pueblo confió el poder otra vez al partido de la revolución, que siguió afanoso la cínica tarea de depredación de cualquier bien que significara negocio y dinero. El País había llegado a la cima del hartazgo y vino la derrota anunciada, algunos dicen calculada, de un sistema político y económico injusto y expoliador de la riqueza nacional.
Don Liborio, el de la tercera edad, recordó el abrumador triunfo en las últimas elecciones presidenciales, de otro grupo que dio un giro al sistema político, con la intención de generar un proceso de transformación de la vida pública. Él sabe poco de política, menos de economía, prefiere ver resultados tangibles que mejoren su bienestar. No le quita el sueño el índice inflacionario ni la cotización del dólar, quiere que el gobierno y las empresas inviertan en fuentes de empleo para los hijos y nietos, y en general sumar oportunidades de crecimiento y desarrollo para todos. Cierra sus pensamientos concluyendo que tenemos una hermosa tierra, todavía con abundante riqueza, y un pueblo esforzado, inteligente y fuerte, que nos permite ver con optimismo el futuro. En ese momento, tranquilamente repasa una noticia que escuchó en la radio por la mañana, ¡inició hoy la carrera por la presidencia¡ Se reabre la ruta de la esperanza. Hasta la próxima.
13 de junio de 2023
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.
*Miembro de la Red de Escritores por el Arte y la Literatura, A.C.