Al ubicarnos en una economía de consumo, globalizada, y de estar a merced de “las benditas redes sociales” donde abunda la basura “informativa”, la vorágine noticiosa abruma a la sociedad moderna, en la que el libro ya parece costumbre anticuada y de uso raro porque hay cada vez menos lectores, aunque abundan los peritos en el manejo de aparatos electrónicos, el “hombre moderno” paulatinamente se va convirtiendo en un autómata cuya visión sobre la vida social se limita a lo más inmediato de su subsistencia. Es en esa maraña donde se incuban los absurdos de la vida cotidiana que se apropian del pensamiento y la conducta del hombre común, incluyendo a quienes por lucro, vocación o compromiso social se dedican a los menesteres de la cosa pública. Vale darle sustento a esto último para mejor comprender el entorno de nuestra diaria convivencia: en plano y duro estío, acompañado por el arrítmico aunque sistemático tandeo del suministro de agua entubada a los habitantes de la zona metropolitana de Xalapa, destaca la declaración de un diputado al Congreso local a cuya encomienda está la Comisión del uso del agua, asumiendo que CMAS de Xalapa pudiera ser concesionada a una empresa privada, y para ejemplificar acude a los casos de Veracruz, Boca del Rio y Medellín, sin embargo subraya y reconoce su “lamentable” funcionamiento con la consiguiente inconformidad de la población de aquellos lares; entonces, si tal es la experiencia en esos municipios ¿por qué tendría que aplicarse en Xalapa el mismo procedimiento aun cuando nadie lo ha sugerido? ¿Protagonismo o advertencia a las autoridades municipales de Xalapa? Para nadie es un secreto que en el pasado inmediato CMAS de Xalapa fue un fructuoso venero de recursos de cuyo destino poco sabemos los pobladores de la zona metropolitana, que por aquel irresponsable manejo estamos padeciendo los efectos de su pésima administración. Pero tal parece que entre la sociedad civil y el sector público media una distancia de encontradas posiciones, y que siendo la sociedad la fuente de donde fluyen los recursos económicos y humanos que alimentan a la administración pública existe un inexplicable divorcio entre ambos sectores. Para evitar innecesarias confusiones, o acaso para detener insanos pensamientos, el alcalde Ricardo Ahued ya aclaró que CMAS no se privatiza. En todo caso, se entiende que de iniciar un proceso de privatización se debe consultar a la gente y hacer efectiva realidad la retórica discursiva sobre la consulta popular. La guerra por el agua ya es una realidad en nuestro país, se protagoniza en el norte de la república desde hace muchos años, pero nosotros en Veracruz aún no comenzamos a tomar conciencia de la grave situación relativa al suministro de agua para consumo humano. Corre a cargo del gobierno estatal diseñar los programas y las políticas públicas para hacerle frente a la escasez del vital líquido, lo que ahora se sufre en Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque como rehenes de vivales de Tatahuicapan es ejemplo señero de lo que no debe ser, porque han transcurrido décadas y ningún gobierno ha sido capaz de resolver ese delicado expediente. Los municipios de la Sierra de Otontepec sufren la escasez de agua apenas comienza el año, camiones cisternas son la vía del suministro a horas ya programadas. Lamentablemente, nada se sabe de programas de gobierno diseñados para enfrentar este asunto, grave por sus dimensiones, más aún porque estando el territorio veracruzano surcado por varios ríos de enorme caudal no existe conciencia ciudadana de cuidarlos y mantenerlos limpios de toda contaminación; muchos ya están convertidos en cauces de aguas sucias no aptas para consumo humano. Peor aún, no estamos preparados para hacer frente a la crisis, tampoco existe conciencia del daño que hacemos a la naturaleza. Salvemos el Agua, dice el slogan de una Fundación que hace años ha puesto el acento en esta problemática, lamentablemente Educación y cultura solo son sueños de verano.
CMAS ¿no se toca?
Por Alfredo Bielma Villanueva