<< Las anomalías no fueron pocas y hay más de 500 impugnaciones que van desde el secuestro hasta la falta de boletas en las casillas especiales lo que anuncia que la competencia sigue>>
Por Ángel Álvaro Peña
Más allá del innegable triunfo de Morena en el Estado de México, con Delfina Gómez, y la derrota de este partido en Coahuila. Hay dos factores que definirán la unidad del gobierno y su partido y a la oposición con su alianza.
En primer lugar, la derrota de Armando Guadiana es una derrota de Mario Delgado, quien impuso a su candidato con la mentira de la encuesta fantasma. Palabra ésta que deberá valorar Morena, con o sin Mario Delgado al frente.
A pesar de que el favorito era Ricardo Mejía Berdeja, luego de una marcha multitudinaria en la ciudad de Saltillo, el capricho de Mario fue imponer a un pobre hombre que al escucharlo hablar lo primero que piensa un mexicano es que es benéfico para los coahuilenses que haya perdido.
La siguiente encuesta de Morena será la más importante del sexenio porque tendrá que ver con los candidatos a la Presidencia de la República; sin embargo, a la encuesta le hace falta credibilidad y fortaleza, las cuales finalmente terminarán por contagiar a Morena de falta de credibilidad y fragilidad. Esto es una elección tan importante como la competencia por la Presidencia de la República debilita al partido en el poder, a menos que la encuesta en realidad exista, que sea transparente y pública, de otra manera Morena arrojará a la competencia electoral un candidato fuerte con un partido flaco y desnutrido.
La democracia interna de los partidos deberá fortalecerse en todos los casos. En México hay un sistema de partidos que deberá encontrar en su interior el impulso democrático necesario para volver a ser competitivo. De otra forma, estará ganado Morena en 2024, pero no por la fuerza de su movimiento sino por la debilidad de sus contrincantes.
Mario delgado tiene mucho que hacer, y como su partido no tiene otra alternativa que mantenerlo al frente, tendrá que ser muy creativo a la hora de darle fuerza y certeza a una encuesta que en este momento perdió, por una gran diferencia, la elección en Coahuila.
Morena pudo ganar la entidad norteña pero el capricho de Mario Delgado impuso la derrota que hubiera dejado al PRI con una sola gubernatura, la de Durango, cuyo gobierno lo encabeza un priísta pero, en realidad, es producto de la alianza electoral de la oposición, de tal manera que la fuerza del PRI en Durango debe ser dividida en tres partidos.
ENCUESTAS SIN DUDAS
La encuesta no resiste cuestionamientos serios hasta ahora, porque no hubo testimonios de su existencia. Nadie sabe quién la realizó, a quién se le pagó, ni hubo un solo mexicano que dijera que a él se la aplicaron. Es decir, la encuesta de Morena es una especia de fantasma y promesa permanente e incumplida de la democratización interna de ese partido.
Morena deberá ahora realizar una encuesta para todos y cada uno de los cargos de elección popular por los que compita, con transparencia y honradez, de otra forma, desgastaría a su candidato a la Presidencia de la República.
La amenaza real para las elecciones de 2024 no es el imposible triunfo de la oposición sino el crecimiento importante del abstencionismo, lo cual arrojaría a un presidente de la República con poca legitimidad.
Por otra parte, la oposición se resquebrajó con la derrota del Estado de México y una de las expresiones más claras de esta división, fue que la candidata de la alianza opositora, todavía no reconocía la derrota públicamente cuando el gobernador de esa entidad ya estaba felicitando a la ganadora de Morena. Alejandra del Moral había anunciado, a dos minutos después de que cerraron las casillas, su triunfo contundente, con la declaración triunfalista de Alito Moreno, que otra vez por su boca muere.
Hay quienes aseguran que al felicitar Alfredo del Mazo a Delfina Gómez lo que hacía era abrir una negociación para evitar ser juzgado en la estafa en la que está involucrada la propia candidata de la alianza opositora a la gubernatura, lo cual debe verse ahora con más seriedad y, sobre todo, responsabilidad.
Con esta derrota Alito Moreno se quedó sin credibilidad y el PRD, junto con su líder nacional, Jesús Zambrano, se queda sin registro en la entidad. El PAN, prefirió callar a la hora de cantar una victoria inexistente, pero no por ello deja de ser el gran perdedor. Lo que hizo Alito Moreno al asegurar la victoria de su candidata fue ganar el derecho del PRI a escoger el candidato a la Presidencia, que seguramente está en las filas del tricolor, dejando al PAN sin posibilidad de imponer a Creel o a cualquiera de sus espontáneos que se arrojaron tempranamente al ruedo del desgaste mediático.
Incluso, no se descarta que sea el propio Alejandro Moreno el candidato del PRI a la Presidencia de la República, con lo que daría no sólo disuelta la coalición opositora sino muerta. Si la oposición va a perder, ya no importa con quién pierda y cualquier priista puede ser el derrotado sólo faltaría nombrarlo.
Una vez dados a conocer los triunfadores de esta contienda electoral faltará ver los resultados de las impugnaciones, que no fueron pocas, porque fueron muchos los excesos. Desde el secuestro de 27 morenistas, hasta la prohibición de votación en las casillas especiales y la falta de boletas en las mismas. Las impugnaciones en Coahuila podrían forzar a repetir la elección y sólo quedarían dos candidatos: el de la alianza opositora y Guadiana, sin la participación de un estorboso Mejía Berdeja, lo cual podría transformar la realidad de estos comicios que siguen vivos, aunque anuncien varias muertes políticas.