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Males incurables, remedios radicales

Por: Pbro. Juan Beristain de los Santos

Con la expresión a “males incurables, remedios radicales”, se quiere indicar que ante una situación que no conduce al beneficio de todos es necesario comenzar a construir una realidad totalmente nueva que responda al desarrollo integral de todos. Las realidades presentes y todas las instituciones no están exentas de renovarse si ya no responden al fin último de la persona. En este contexto de la vida de la fe cristiana, el evangelio de San Juan nos presenta, en un primer momento, el rechazo de los judíos a Jesucristo como la fuerza interior para renovar la vida de fe desde lo más profundo: “Los padres contestaron así por miedo a los judíos, pues éstos habían decidido expulsar de sus comunidades a los que reconocieran a Jesús como el Mesías (Jn 9,10). Hay un rechazo de los judíos a aceptar a Cristo como la novedad divina para renovar su vida de fe.
En un segundo acto enlazado con el primer momento, el evangelista nos informa sobre la firme decisión de Jesucristo de abandonar la religión judía para inaugurar el nuevo Pueblo de Israel: “Jesús, pues, tomó de nuevo la palabra: En verdad les digo que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido eran ladrones y malhechores, y las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: El que entre por mi será salvo; entrará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento. El ladrón solo viene a robar, matar y destruir, mientras que yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud” (Jn 10,7-10). La puerta significa renovar lo que sabemos ya no ayuda al bien común y el ladrón indica todo aquello que no promueve la justicia, la paz y la promoción de los más pobres a un nivel de vida digno.
Hoy nos enfrentamos al impulso irrefrenable de querer renovar lo que sabemos que ya no responde al desarrollo de la persona, pero seguimos con las mismas actitudes, ineptitudes y miserias morales que refuerzan lo que ya no funciona para el bien común. Muchas veces quien se llena la boca de la palabra “reforma o renovación” es el primero que evita reformarse a sí mismo y sus propios intereses. Pasa y pasa el tiempo de las oportunidades para un verdadero cambio en beneficio del bien de todos, pero el reino de los asuntos personales, de las injusticias, de los favoritismos, de la opacidad y del cinismo público conserva su poder. Cristo, el Buen Pastor, es la puerta de un verdadero cambio personal y social que nos brinde las oportunidades para desarrollar todo el potencial humano espiritual de los veracruzanos, tan dispuestos a colaborar y construir al bien de todos.
Pbro. Juan Beristain de los Santos
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa