Por Ángel Álvaro Peña
Los republicanos quieren culpar a México de la descomposición social de Estados Unidos. El senador Lindsay Graham, de ese partido, en un tono de patrón quiere recomendar a México lo que debe hacer cuando en realidad debería ponerse a trabajar y ser un poco más autocrítico como debería ser todo buen político.
Algunos legisladores republicanos, intentan hacernos creer que tienen la razón, sobre todo en tiempos de elecciones. No quieren reconocer que los problemas de su país son de ellos, y los vecinos sólo pueden ayudar a combatirlos en la medida en que se puede y se quiere. Esto sucede hasta en la vida diaria.
La prepotencia de un senador de la oposición al hablar con un jefe de Estado, que tiene más de 60 por ciento de aprobación, no sólo muestra estar fuera de la realidad sino una desproporción que lo coloca como un porro de la política, sobre todo cuando expresa su intención de decir al presidente López Obrador, cómo hacer las cosas.
La vida cotidiana en el vecino país del norte parece estar dirigida hacia las adiciones. Nada más el joven cumple sus 18 años y ya los padres los mandan a vivir solos, sin guía ni ejemplos a seguir. En esa libertad prematura, donde todavía no terminan la educación básica, probar las drogas se vuelve un deporte. Algunos dejan las drogas, otros las toman esporádicamente y otros se vuelven adictos. Pero ninguno de esos jóvenes regresa a su casa.
Y ya que hablamos de jóvenes que no regresan a su casa, debemos tomar en cuenta que, si el senador Lindsay Graham dice que el fentanilo mata a 70 mil jóvenes al año, debemos hacer cuentas de cuántos jóvenes han muerto en las guerras y no regresan a sus casas.
En la Primera Guerra Mundial murieron 116,516 jóvenes estadounidenses, heridos 204,002. En la Segunda Guerra, murieron 405,399, heridos: 670,846. Guerra de Corea, murieron 54,246, hubo 103,284 heridos. En Vietnam, murieron 90,220 jóvenes y resultaron heridos 153,303. En la guerra del Golfo, mueren 1,948 y resultan heridos, 467. Guerra de Irak, 4,431 muertos, con un número indeterminado de heridos, prisioneros y desaparecidos. Afganistán2,442 muertos.
Sin contar las secuelas sicológicas de los heridos y de quienes salieron ilesos y sus familias. Una buena parte de los sobrevivientes de las guerras son adictos a las drogas. Si Graham no quiere que mueran los jóvenes de su país no los manden a las guerras, siempre en territorios lejanos, donde muchas veces ni sus cadáveres recuperan.
Por otra parte, la política de venta abierta de armas, contra la que ha luchado el gobierno de México a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, ha matado 4,300 jóvenes sólo en 2023, número de muertes que supera la de accidentes automovilísticos, muchos de éstos a consecuencia de las drogas. Se calcula que casi 400 millones de armas están en manos de civiles en el vecino país.
Un 85 por ciento de las armas que usan los cárteles de la droga de México hacia el sur del continente, son de fabricación estadounidense.
El discurso del senador republicano Lindsay Graham, no representa el sentir de los republicanos, mucho menos del gobierno de Estados Unidos, es simplemente una voz que surge de la desmemoria y el cinismo para tratar de alcanzar votos en las próximas en elecciones. México no es enemigo ni de los republicanos ni de los demócratas, mucho menos del presidente de ese país. Eso sí es muy amigo, casi hermano, de sus habitantes.
PEGA Y CORRE
El gobernador de Florida, Ron Santis, aprobó una ley que permite a los ciudadanos portar armas de fuego sin necesidad de permiso estatal. El negocio prospera.
Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes