CUENTOS, MITOS Y TRADICIONES
Inmerso este reportero en trabajos de revisión y corrección de libros para ganarse en buena lid unos pesitos más, había dejado de escribir esta columneja. Pero ya estamos aquí poniéndonos al corriente de chismes y cosas serias. Los amigos comunicadores comentan que, ante la proximidad de los destapes políticos formales cada quien se va alineando por convicción o por conveniencia económica con los aspirantes favoritos a la gubernatura y la presidencia.
Varios colegas y políticos se han acercado a Sergio Gutiérrez Luna, Rocío Nahle, Ricardo Ahued y Manuel Huerta para expresarles su apoyo. Olvidan el único apoyo que buscan es el del dedito del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Otros van con Pepe Yunes, Héctor Yunes, Julen Rementería, Dante Delgado o con los hermanos Yunes Márquez, aunque se rumoree que éstos no participarán porque Miguel Ángel Yunes Linares ya pactó con Morena. Que dizque para que no metan al bote al exalcalde Fernando Yunes y dejen trabajar a Paty Lobeira. Incluso se dice que este supuesto acuerdo, con la luz verde de AMLO, incluiría el que el clan Yunes operaría en favor del candidato de Morena a gobernador, sea quien sea.
Así, el triunfo del obradorismo estaría casi asegurado en el estado de Veracruz. Esta jugada parece muy ojona para paloma, ¿verdad?
Lo cierto es que todos tratan de adivinar el nombre del futuro gobernador para después presumir que “Yo lo dije primero”.
FALLÓ LA MNEMOTECNIA
Así nos lo contaron. Yaretzi duda de su veracidad. Ustedes juzguen o corrijan:
Corría el año de 1974. El entonces candidato a gobernador, Rafael Hernández Ochoa, visitaba un pueblo veracruzano. Un experimentado locutor, apodado el Pachuco, hablaba emocionado a los asistentes al mitin priista:
–Se acerca ya el candidato, acompañado de su esposa –gritó con engolada voz el Pachuco para hacerse escuchar por la delirante multitud.
Minutos antes le habían proporcionado el nombre completo de la futura primera dama y el locutor, confiado, lo registró en su memoria. ¡Mnemotecnia pura! Faltaba más.
Pero lo traicionaron los nervios o simplemente la memoria le jugó una cruel broma.
¿Cómo se llama esta señora? –se esforzaba el Pachuco por recordar el apellido de la dama–, “era como la marca de un refresco embotellado. Ching… no me acuerdo”.
–Aquí está, ha subido al templete, un aplauso para la señora doña Teresa, doña Teresita… Teresita Tehuacán de Hernández Ochoa. ¡Ufff!
Ya se imaginarán el lío en el que se metió el famoso Pachuco al cambiarle el apellido a doña Teresita Peñafiel de Hernández Ochoa.
¿Falso o verdadero, amigues lectores?