PIENSO, LUEGO ESCRIBO
El drama, humano y universal
Por Akiles Boy*
Para el drama en México somos expertos, el dramatismo es congénito y cultural. Las evidencias están por todas partes, empezando por la vida misma. Sin embargo, en la cultura y en el arte, especialmente en el cine, encontramos pruebas irrefutables, nomás destinen un tiempecito a ver la trilogía de uno de los grandes directores de la Época de Oro del Cine Mexicano, Ismael Rodríguez Ruelas (1917- 2004), Nosotros los Pobres 1947, Ustedes los Ricos 1948, y Pepe el Toro 1952, estas cintas son un monumento al arte dramático nacional. Tengo claro, el recuerdo del colapso emocional que me causaron al verlas en la televisión junto a mi madre, fiel admiradora del inmortal actor Pedro Infante, era insoportable ver tanta desgracia y las lágrimas escurrían sin poder evitarlo.
Pero el dramatismo no es exclusivo de los latinos o mexicanos, los anglosajones y asiáticos también dan muestra de eso, definitivamente es inherente al ser humano, aunque pareciera que se expresa y se acentúa más en unos pueblos que en otros. En general los latinoamericanos somos viscerales y emocionales, ese carácter nos domina e influye por necesidad en nuestras reacciones y posiciones de cualquier índole. Por eso, la polarización, los continuos desencuentros, la absurda competencia entre los líderes y naciones. La actual rispidez en las relaciones diplomáticas de Perú y México o la ridícula rivalidad de argentinos y mexicanos, que rebasa el tema del futbol, son ejemplos.
El antecedente común de ser pueblos conquistados, colonizados y sojuzgados, solo es referencia histórica, porque se anteponen las contadas diferencias, una ellas, las ideologías dominantes, otra más, la cercanía o lejanía de lo orbita de influencia de las potencias mundiales, entre las cuales se encuentran Estados Unidos, Rusia y ahora también China, debido a su expansivo crecimiento comercial y económico en las últimas décadas. Falta mucho tiempo para hacer caer la vieja y nostálgica doctrina Monroe, resumida en la frase América para los americanos, que condena a los países del sur del continente a ser el traspatio del poderoso vecino del norte.
Pero volviendo al drama, de Estados Unidos nos llega la película La Ballena, en inglés The Whale, que trae de regreso a Brendan Fraser en plan estelar, la misma Academia de Hollywood lo premia este año con el Oscar al mejor actor. En el filme, Fraser interpreta de manera extraordinaria el rol de Charlie, un solitario y atormentado profesor de literatura que imparte clases en línea, pero que decide ocultar su imagen, debido principalmente al miedo de exhibir su apariencia por su condición de obesidad mórbida, consecuencia de su incapacidad de lidiar con el duelo por la muerte de su pareja gay, además de sus ruptura matrimonial y haber abandonado a su hija, a la que finalmente intenta recuperar, sin poder lograrlo.
Desde la primera escena, con la simple observación del pequeño y deprimente espacio donde vive Charlie, se vislumbra el drama mayúsculo, a pesar de los románticos esfuerzos de su enfermera y acompañante, y de un eventual joven predicador empeñado en su salvación, pero que, ante el inminente desenlace trágico y regreso con su familia, termina por irse y abandonar su misión. Así, como tampoco parece haberse restaurado la relación con su hija, cuyos sentimientos transitan entre el odio, el dolor, el desamor y la rebeldía de un adolescente. Etiquetado como un drama psicológico, La Ballena, consigue su cometido de impactar con rudeza al espectador y conmoverlo hasta el final, la muerte anunciada del protagonista. Hasta la próxima.
21 de marzo de 2023
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.
*Miembro de la Red de Escritores por el Arte y la Literatura, A.C.