El tema de ésta semana, lo escogí porque en el evento que relato en dos breves momentos hablo de Don Ignacio López Tarso.
Dos muy breves momentos, pero para mi fueron muy importantes por tratarse de un actor que fué un ícono en la historia del teatro, cine y televisión Mexicana.
En aquel entonces, le estaba organizando un homenaje a Tito Guizar, y lo había llevado al noticiero del Lic. Jacobo Zabludosky, quien me ofreció cinco minutos para presentarlo, me dijo don Jacobo – Lic. primero pasará Tito, platico tres minutos y luego pasará Ud. para que en dos minutos nos platique del evento. Así quedamos.
En la noche, llegué con Tito y su hijo a Televisa y como habíamos quedado; pasó primero Tito, pero éste se apropió del micrófono y ya llevaba más de quince minutos hablando.
Yo veía como don Jacobo, miraba nerviosamente su reloj pero Tito no soltaba el micrófono hasta que por fin Jacobo le agradeció a Tito su intervención y pasé a cuadro menos de un minuto, pero con ese medio minuto, mi imagen se proyectó a nivel nacional y pude explicar rápidamente que estaba organizándole un homenaje a Tito por sus cincuenta años de actuación e hice la invitación para que fueran a un teatro de Ixtacalco, en donde se proyectaría la cinta: ” Allá en el rancho grande”, para éste evento, también fui a las oficinas de la ANDA, en donde su Secretario General
era Don Ignacio Lopez Tarso a quien le expliqué que el motivo de mi visita era invitar a todos los artistas de esa asociación a dicha proyección, posteriormente se les entregaría un diploma a cada uno. Don Ignacio, quien ya en aquel entonces era un hombre grande, me escuchó atentamente y mandó traer la relación de artistas con los teléfonos de cada uno, prometiendo acompañarnos.
El día del evento fué llegando el público y poco a poco también los artistas invitados y los iba sentando mezclados con el público en general.
Don Ignacio apareció y se sentó discretamente en la última fila. Cuando llegó Tito, avanzó como toda una estrella por el pasillo central, destacando por su gran estatura con su vestidura de charro y luciendo una jovial sonrisa a pesar de su edad, abrazando a todo mundo, especialmente a las damas que encontraba a su paso.
Lo acompañé hasta el presidium, donde lo esperaba la delegada Julieta Mendivil y procedí a ir por don Ignacio, pués le tenía un lugar reservado junto a la delegada. Don Ignacio se negó humildemente a ocupar su lugar en el presidium, diciéndome – licenciado, déjeme estar aquí con los mios, éste dia es para Tito y nadie debe opacarlo- me senté junto a él para acompañarlo y desde ahí, le mandé un recado a la delegada, explicándole y pidiéndole iniciar la proyección. En esa humildad se mostró plenamente, la grandeza de Don Ignacio López Tarso. Antes de finalizar la película, se levantó, se despidió de mi y salió discretamente del teatro. Que en paz descanse.