CAMALEÓN
Según el resultado de la encuesta realizada por El Universal, el senador Ricardo Monreal aparece en tercer lugar de las preferencias con nueve puntos, muy debajo de Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, quien encabeza ese estudio demoscópico. En entrevista con el referido Diario el senador zacatecano se dice tranquilo y muy a gusto con ese resultado, asegura que “va a seguir creciendo” y cuando comience la contienda intensificará sus acciones para ganar la candidatura presidencial por MoReNa, a la vez, aprovechó para insistir en su permanencia en ese partido “salvo que sea perseguido, hostilizado o truqueado, pero si hay apertura no tiene por qué haber ruptura”. Obviamente son palabras de un político muy curtido, atento a los movimientos y las circunstancias lo mismo al interior de su partido que a las del escenario nacional. Si tuviéramos que acudir a algún calificativo para caracterizar la actitud de Monreal escogeríamos el de “oportunista”, una categoría que por lo demás está implícita en sus propias declaraciones. Porque ha sido hostilizado y truqueado al interior de su partido, y no precisamente por las bases militantes, sino desde la cúpulas dirigentes. Debemos precisar: no utilizamos aquí la calidad de “oportunista” con ademan peyorativo, sino en la exacta dimensión de su significado, porque en política quien no hace uso de ese mecanismo incurre en riesgo de anquilosarse al no caminar al parejo de las circunstancias de su entorno. ¿Hasta dónde llegará Ricardo Monreal con esa actitud ambivalente de indefinición? Porque bien sabe (y es bastante obvio) que no está en el ánimo de quien dirige los destinos de MoReNa para enfilarlo a la candidatura presidencial, y esto último nos a porta la inferencia de que “tira arriba para pegar un poco más abajo”, igual que hacen quienes en esta entidad “pretenden” la candidatura al gobierno solo para obtener una diputación o un escaño en el senado. La actitud de todo político que se respete equivale o es semejante a la paciencia de un pescador que tira la carnada para pescar robalo, pero es pepesca la que muerde el anzuelo.