CAFÉ DE MAÑANA
Sin querer entrar a la evolución histórica, definición, teorías o conceptos de eficiencia, equidad y gobernabilidad sobre el federalismo en México, es una realidad que nació forzado por diversas condiciones de correlación de fuerzas en el ámbito político.
Es innegable que el pacto federal en materia fiscal nació con desigualdades políticas, sociales, económicas e institucionales que hizo y hace una marcada diferencia entre el centro y las partes o sea, con una excesiva tensión de unas y total subordinación de otras, lo que muestra que el centro se termina imponiendo al final de cuentas.
En México el poder ejecutivo federal goza de privilegios frente a los otros dos poderes – aunque no se acepte así sea – y ya ni se diga ante las entidades cómo los gobiernos estatales, lo que en nada abate las desigualdades regionales y esto no abona para que el federalismo sea de una franca cooperación y más ahora que la visión desde la SHCP se aprecia que es el cerrarse a cualquier ruta de acceso en lo financiero que no sea lo que se ordene por Don Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.
La teoría de no darle a los estados para con ello evitar cimienten autonomía y fortaleza en lo financiero en términos de ingresos y una libre disposición de los recursos, quizá para evitar fragmentar el poderío que vaya a provocar quizá algún derrumbe político desde la visión – muy sesgada por cierto – desde la óptica de la SHCP y que vulnere al régimen que busca mantener el máximo control sobre los estados, los municipios, los poderes ajenos al ejecutivo y todo ente público.
Todo esto ahora se sabe porque se difunde, pero antes la subordinación y que ahora la reclaman los gobernadores – unos abiertamente otros menos – y de ahí la necesidad que la coordinación fiscal entre el centro del país y estados, sobre todo de oposición, es una gran exigencia no solo de los propios gobernadores sino también de los electores como población en cada entidad que observan el desorden financiero que mantiene a la economía muy aletargada y poco dinámica, que hace más complejo el poder adquisitivo entre la población ante los elevados precios en los productos e insumos.
La SHCP creo debe entender que no tiene un megapoder autónomo frente a los gobernadores y sus estados pues, los recursos que administra,- pero que no los produce dado que los genera el sector privado en las entidades,- cada vez reciben menos a lo que se aporta sobre todo a través de ISR e IVA, entre otros conceptos. Dicho de otra forma, la Federación recibe mucho y manda cada vez menos a los estados. Esto empeora cuando algunos municipios o entidades de gobierno en los estados caen en subejercicios y se regresa dinero a la SHCP.
“El reparto de las participaciones federales son desiguales y creo no debe seguir en la discrecionalidad en el ejercicio del gasto público, eso no es favorable para la transparencia como para la rendición de cuentas.”
Con menos recursos para la Federación y un mayor control en su ejercicio a través de reglas específicas donde los estados deben etiquetar a la Federación en sus gastos, con la ayuda de todos los senadores y diputados para velar por los intereses regionales en los estados y sus municipalidades, dejando de lado ser observadores y tribuna de las discusiones, estarían contribuyendo a definir criterios de asignación y destino de las partidas presupuestales.
“El pueblo pone y el pueblo quita.” Y “El pleno pone y pleno quita.” Esto en el escenario federal y estatal ¿ o no debe ser así ?
UN CAFÉ CON DOBLE CARGA
El reporte político – meteorológico, nos anuncia que la época de nubarrones en el ambiente continuará y pudiera ser que aumente la temperatura para algunos y la frialdad para otros.
¡ ES CUANTO !