Columnistas

Habrá continuidad sí hay convicción

Por: Héctor Saldierna

Abriendo Brecha

Lo que se vio en la ciudad de México, este fin de semana, tiene que ver con el músculo y la proyección de las elecciones presidenciales de 2024 y que todo parece indicar que habrá una continuidad en la sucesión presidencial. Mucho dependerá quién sea la persona electa para asegurar que el proyecto de nación diseñado hasta ahora tenga una continuidad.

Porque sí la representa  una persona que no tiene la misma convicción, entonces se truncaría el proyecto transformador, aunque surja de la misma corriente, pero sin los mismos propósitos.

Se ha hablado mucho de polarización en los últimos meses, pero más bien ha habido una retórica que no se apega a la verdad. La mayor parte de la población, de acuerdo a estadísticas y encuestas, se encuentra a favor de un proceso político en donde ahora son incluidos.

Adicionalmente, 20 nuevas entidades que pertenecían a otras organizaciones partidistas, ya se encuentran en manos de un fenómeno político llamado Morena. Nunca en la vida política del país se había observado una fuerza política con tal fuerza que en menos de 4 años se han posicionado de la mayor parte de las gubernaturas en el país.

Todo parece indicar, desde luego, que siga el turno del Estado de México que es el lugar emblemático de la fuerza y poderío del entonces Revolucionario Institucional que asentó sus reales desde el año 1929, siendo inicialmente Partido Nacional Revolucionario.

Sería, no sorpresa, sino un auténtico acontecimiento histórico y el derrumbe total de un partido hegemónico que era la admiración mundial por su longevidad y capacidad para gobernar a  un país.

A la entidad de Edomex, también seguramente se sumará Coahuila, que es un estado con menor población, pero que también es referente todavía del antiguo poder del PRI.

No se puede negar por ninguna circunstancia que vivimos momentos históricos de gran importancia. Nadie se imaginaría todavía en 2012 que estaba en gestión un movimiento político que ha roto todo tipo de precedentes.

Inclusive, sí acaso el gobierno de Enrique Peña Nieto hubiese sido algo eficaz en sus políticas públicas y jamás se hubiese metido con el asunto del petróleo, que por orden constitucional  no se podría quebrantar y menos aceptar intromisión extranjera, entonces el triunfo del partido Morena hubiese sido solamente una ilusión.

Pero no. Su gobierno, el mismo presidente y sus gobernadores, se convirtieron en los peores servidores públicos que haya tenido la nación por muchas décadas La corrupción llegó a niveles infinitos y su decisión de vender al país no tuvo límites.

Estaban borrachos de poder. Y creían que nada iba a pasar. Y pasó. La población mexicana, que estaba en el hartazgo de sus gobernantes, se volcó a las urnas y eligió a un hombre que desde 2006 había contendido por la presidencia de la república.

Evidentemente ese hombre no era alguien improvisado. Traía una experiencia política desde los años 80, antiguo militante del PRI, ex jefe de gobierno de la ciudad de México, a punto de ser encarcelado por un asunto de una propiedad en el entonces Distrito Federal y luego en una dudosa elección en 2006, perdió la presidencia.

Hoy, ese hombre que despierta todo tipo de pasiones, muchas de ellas muy negativas, sobre todo provenientes de quienes han perdido privilegios, que no son pocos, pero tampoco muchos porque apenas representan un 0.03 por ciento de la población, acaso.

Ellos a través de la propaganda han sabido inyectar dudas. Muchos odian, pero sin motivo. Gritan, pero cuando se les pregunta el por qué, sencillamente no saben contestar.

Es la realidad. No hay argumentos válidos. Basta en leer la prensa, sólo de esta semana, para que periódicos de corte antigubernamental, digan: Mejora el PIB en el último semestre; la economía se recupera. Son textos de portadas de periódicos como El  Financiero y El Economista.

Excélsior habla de un Humanismo, que ha sido la doctrina de un hombre que durante cinco horas, recibió el saludo y los abrazos de cientos de miles de personas. Es algo que jamás habíamos visto los mexicanos, acaso sí lo haríamos en retrospectiva, habría que pensar en Lázaro Cárdenas, el estadista que estuvo cerca de su pueblo.

Ante las evidencias no se puede decir mucho. O bien, caer en un negativismo sin fundamento. Contar con una moneda que no se ha devaluado y en cambio, se ha revaluado en 4 años. Y que encuestadoras internacionales ubiquen al presidente de México como el segundo mejor evaluado a nivel mundial.

Y como cereza al pastel, sea México ahora parte clave para desatorar un conflicto entre Venezuela y los Estados Unidos que llevaba muchos años. Gracias a un acuerdo signado en la ciudad de México, Venezuela –una vez conciliado con EU- tendrá la posibilidad de recuperar fondos bloqueados y, con ello, buscar mejorar su ahora precaria economía.

Hay que adicionar que también se recuperó la dignidad de la política exterior mexicana que durante muchos años había sido un referente a nivel internacional. México era respetado en ese sentido.

Desde luego, como toda persona siempre hay defectos. Hay fallas como gobernantes y no se llega a la perfección. Hay mucho por avanzar, pero por lo menos es un panorama muy diferente al casi desastre que se hubiese consumado sí México  hubiese continuado con la misma política entreguista de los bienes nacionales.

Vivimos, eso sí, tiempos de Gobbels, donde las mentiras están en toda su expresión. Y cuando se repiten, se convierten en verdad, como decía el publicista y propagandista de Adolfo Hitler.

¡¡Y hasta la próxima!!