La designación de la secretaria de Educación Púbica, Leticia Ramírez Amaya, tiene significados dignos de estudiarse que mueven a reflexión. El simple hecho de ser mujer la coloca en un estado de vulnerabilidad ante las críticas y de fragilidad ante los adversarios, quienes nunca vieron defectos en el secretario de Educación Pública más caro de la historia que fue Aurelio Nuño Meyer.
Aurelio Nuño, egresado de la Universidad Iberoamericana y que nada tenía que ver con la educación, fue designado secretario de Educación Pública para que le sirviera de trampolín político para la candidatura a la Presidencia de la República y con este pretexto se despachó con la cuchara grande del presupuesto de la secretaría con mayor número de trabajadores en México.
Es decir, Nuño no le robó dinero a 200 trabajadores de un municipio sino a un millón 374 mil 230 empleados de esa dependencia al gastar, en tan sólo un año, 2 mil millones de pesos en publicidad y promoción de imagen. Esto fue un sobreejercicio de recursos de 2,680% debido a que el Congreso de la Unión sólo había aprobado una partida de 70.6 millones de pesos. Nuño gastó 5.3 millones de pesos diarios, es decir si les hubiera aumentado el salario a los maestros hubiera tenido mejor lugar en la historia, pero robó a los mexicanos y a los trabajadores y maestros esa cantidad para convertirse en candidato, lugar que ni de lejos alcanzó.
Ni Elba Esther, ni el PAN, ni el PRI protestaron en ese momento. El silencio no sólo los hace cómplices sino traidores a la educación. Ahora todos hablan y se desgarran las vestiduras.
Ahora que es nombrada una profesora normalista, con licenciatura en antropología, las críticas llueven. Y se adelantan a decir que no va a solicitar a Hacienda más presupuesto, cuando quien exigió a Hacienda más dinero para su promoción personal fue el amigo de Peña Nieto llamado Aurelio Nuño, quien ahora esconde su vergüenza en una madriguera.
Ese personaje gris fue corregido por una alumna de primaria porque el entonces funcionario no supo pronunciar la palabra leer, sólo decía “ler”, verbo, cuya práctica, desde luego, desconoce.
Hasta para algunas mujeres de la oposición la designación de Leticia Ramírez fue un error imperdonable y pronostican fracaso rotundo de la enseñanza, todavía no empieza sus funciones y ya la critican por lo que debe hacer y por lo que va admitir, en una especie de adivinanzas sobre la educación pública.
Le atribuyen responsabilidades que no tuvo en sus atribuciones como atender las madres que buscan a sus hijos desaparecidos desde hace más de 30 años. La labor de ella radicaba en atender a los mexicanos que llegaban a Palacio Nacional, desde las 4 de la mañana, a pedir una silla de ruedas, un lugar en la escuela para sus hijos, una rectificación de sentencia, un empleo. Todo esto fue satisfecho. Pero la ignorancia de los panistas la critican por no haber tendido un problema que nunca llegó a sus oficinas.
Ahora la oposición, como si tuviera la conciencia limpia critica lo que va a pasar, como si conociera el futuro y condena los errores que todavía no se cometen. Así debiera adivinar quién va aganar las elecciones en los próximos comicios luego de que no han hecho nada por el país desde esa oposición que sólo se nota cuando grita e insulta.
La obsesión de criticar por criticar hunde más a la oposición que ni siquiera le da el beneficio de la duda a los nuevos funcionarios. Pero con esto quieren que se olviden los mexicanos de los aplausos que les han dado algunos a otros secretarios de Educación como Reyes Tamez Guerra, que no sabía la O por lo redondo; o la de dudable honestidad Josefina Vázquez Mota, que todavía no se sabe dónde dejó mil 500 millones de pesos de la Fundación Juntos Podemos; o Ángel Córdova Villalobos, que lo mismo encabezaba el Sector Salud que la Educación Pública, entre otros personajes que nunca impartieron clases y que debieran estar investigados.
Nadie dice que la actual secretaria de Educación vaya a ser la mejor de la historia en México, pero tampoco nadie puede asegurar, desde ahora, que fue una mala decisión.
PEGA Y CORRE
Ha sido encontrado el cadáver del periodista asesinado número 14 en el año y el número 55 en lo que va del sexenio, al ser encontrado el cadáver de Juan Arjón López, con signos de violencia. Era director de la página en internet “A qué le temes”, había desapareció el 9 de agosto. ¿Hasta cuándo?